(dpa) – La bahía de Tamouda puede ser el nuevo destino de moda en la costa del Norte de Marruecos, tanto que parece que hasta el rey Mohamed VI viene a pasar vacaciones aquí.
Las playas de arena son muy amplias y están repletas de millones de fragmentos de conchas de moluscos. Tamouda Bay es el nombre de una sección costera al sur de Fnideq y ya recibe la atrayente denominación de «Riviera». Está por ver si con razón.
A excepción del pueblo de pescadores de M’Diq, no hay ningún lugar auténtico a lo largo de los 25 kilómetros de la bahía de Tamouda. Al contrario, solo hay centros turísticos dispersos y complejos de apartamentos protegidos. Y un puerto deportivo, el Marina Smir, repleto de cafeterías con terrazas y amarres de yates de lujo.
La fascinante medina de Tetuán
Quien decida establecer su centro de operaciones en Tamouda Bay para pasar unas vacaciones en la zona, debe estar preparado para que permanecer junto al Mediterráneo le parezca mala idea. Y las excursiones lo corroboran. Una visita obligada es la medina de Tetuán, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Abir Mourabet es una guía turística de 25 años, segura de sí misma y decidida. Dice que en esta ciudad es un desafío diario moverse dentro del tanque de tiburones que representa el mundo masculino. Y parece que lo está haciendo bien. Como musulmana, practica el Ramadán, pero no reza ni lleva velo. Por el contrario, enciende un cigarrillo tras otro.
La medina de Tetuán es uno de los cascos antiguos mejor conservados de Marruecos, y proporciona una guía de colores de la ciudad: las puertas verdes dan acceso a las tiendas, y tras las puertas marrones hay casas particulares. Explorarla es casi imposible: hay unas 4.000 callejuelas en las que viven cerca de 100.000 personas.
De pronto huele a animales, pero de verdad. En las murallas hay una curtiduría que existe desde tiempos inmemoriales, y las instalaciones nunca se renovaron. La estrechez de las callejas filtra la luz del sol y por ellos vagan algunos gatitos mientras algunos ancianos caminan con dificultad.
Un poco más adelante surge un tentador olor a pan. Pero lo que más sorprende es que el estereotipo de comerciante agresivo aquí no existe, ni siquiera en los puestos de venta más turísticos en los que se pueden adquirir brazaletes de oro o bolsas de cuero. Aquí, todo el mundo es extremadamente amistoso y reservado.
Una ciudad azul para instagramers
En las montañas del Rif, algo más al interior y alejada de la poco espectacular costa, espera otro lugar que merece la pena: Chefchaouen. A finales de la Edad Media, los musulmanes expulsados del sur de España se instalaron en el pueblo y establecieron su nuevo hogar en él, donde construyeron sus casas al pie de las montañas.
Los habitantes pintaron la ciudad de azul para suavizar el blanco original, así que las paredes, fachadas, escaleras, portales, ventanas enrejadas e incluso los suelos de las callejuelas ofrecen imágenes dignas de ser inmortalizadas en una postal además de generar miles de «likes» en las redes sociales.
Al regresar a Tamouda Bay al final de la jornada es posible encontrar todavía más tonos azules, en el mar.
Los pescadores están en la playa de M’Diq, donde los hombres juegan al fútbol a pecho descubierto. Los barcos de pesca se perfilan en el horizonte mientras llega la noche, cuando sus luces de posición parpadearán en la oscuridad. Definitivamente no, todo esto no es una nueva Riviera.
Cuadro de información: Bahía de Tamouda
Llegada y entrada: El aeropuerto más cercano es el de Tánger, en la costa norte de Marruecos, que recibe vuelos desde los principales aeropuertos europeos. Los turistas con pasaporte de la Unión Europea necesitan que éste tenga una validez mínima de seis meses en el momento de la entrada en el país.
Temporada de viajes: Las épocas con temperaturas más agradables son la primavera y el otoño.
Más información: www.visitmorocco.com.
Por Andreas Drouve (dpa)