(dpa) – Durante muchas décadas, el primer y único contacto con la movilidad eléctrica había sido a menudo un coche a control remoto, también llamado RC, que significa radiocontrolado.
Sin embargo, explica Andreas Berse, hasta bien entrada la década de 1960, los coches teledirigidos se conectaban al mando a distancia mediante un cable.
Berse, redactor jefe de una revista especializada alemana, recuerda que el coche funcionaba con pilas y se dirigía mediante un cable Bowden, por lo que los niños tenían que correr detrás de él con un pequeño mando de dirección en las manos. La «cuerda» entre el mando y el coche determinaba su radio de acción.
A principios de los años setenta, los modelos controlados por radio con transmisores y receptores comenzaron a ganar popularidad. Los coches se liberaron del cable, y pasaron a ser impulsados por motores eléctricos e incluso por pequeños motores de gasolina.
Durante mucho tiempo, los coches con motor de combustión interna solían ser más eficaces, rápidos y duraderos. Sin embargo, desde hace aproximadamente una década, la aparición de motores eléctricos más potentes y sin escobillas (tecnología «brushless») y de baterías de iones de litio también más eficientes dieron un vuelco al mercado e hicieron que los motores de gasolina perdieran aceptación, sobre todo en el segmento básico.
«Casi nadie quiere repostar gasolina, engrasar un motor e intentar hacerlo arrancar como si fuera un fueraborda», señala Berse, nombrando algunos de los trabajos que hay que hacer con los motores de combustión. Sin embargo, algunos aficionados o categorías de competición siguen apostando por ellos.
De ambos tipos hay kits y modelos que no requieren ningún tipo de montaje. «Los RTR, o ‘ready to run’, son una tendencia muy fuerte», informa Berse refiriéndose a los modelos ya montados que se entregan con mando a distancia y listos para funcionar.
«Abro la caja, monto a lo sumo la carrocería, cargo las baterías y listo», enumera Berse las ventajas de los RTR. En el caso de los kits, en cambio, hay que ensamblar todas las piezas del coche.
¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de comprar un coche teledirigido para niños? Según Dirk Horn, la pregunta básica es: «¿Se trata de un pasatiempo pasajero o del comienzo de una afición?»
Una compra impulsiva puede ser muy satisfactoria en el momento. «Pero solo por poco tiempo», señala Horn, presidente del Club Alemán del Minicoche (DMC), y añade que los teledirigidos que se ofrecen en los grandes almacenes normalmente no son ampliables.
«En un primer momento aportan gran diversión, pero si el niño quiere continuar, hay que comprar un segundo modelo», explica Horn. «Porque si alguna vez se necesita una pieza de repuesto, esta puede ser difícil o imposible de conseguir», precisa el experto.
En las tiendas se pueden adquirir maquetas a precios accesibles del tamaño de los típicos coches pequeños de juguete. La tecnología también se adapta a la escala H0, es decir, al tamaño clásico de las maquetas de trenes. En este caso, sin embargo, hay que desembolsar más dinero, por lo que los coches radiocontrolados H0 son más bien cosa de jóvenes mayores o adultos. Berse explica que también hay grandes camiones a escala 1:14 con sonido, luz y función de enganche, pero que los precios de estos son aún más altos.
A la hora de comprar modelos para niños, los padres se pueden guiar por la información sobre edades que figura en las cajas o buscar asesoramiento en una tienda especializada. Para los más pequeños, a partir de tres años de edad, hay modelos a escala 1:24. Se trata de modelos creativos, como buggys y dinosaurios.
Estos modelos económicos no solo tienen un diseño más sencillo, sino que, con menos de 10 km/h, son mucho más lentos que los de mayor tamaño. Para los niños más pequeños, los expertos recomiendan modelos todoterreno con neumáticos gruesos, sobre todo si los menores quieren jugar al aire libre. «Son relativamente robustos y los pequeños pueden utilizarlos para perfeccionar su motricidad gruesa sin romper nada», asegura Berse.
«Para manejarlos es necesario saber diferenciar entre izquierda y derecha y, cuando el coche viene hacia uno, hay que pensar al revés», explica Dirk Horn. A grandes rasgos, el experto considera que la edad escolar es un buen momento para empezar con los coches de RC más grandes o incluso con los kits. Según Horn, por debajo de esa edad es difícil, y, además, también hay que poder leer las instrucciones de construcción.
Si se tiene la impresión de que podría convertirse en un verdadero pasatiempo, Horn aconseja empezar ya con un kit, sobre todo para niños algo mayores, a partir de unos nueve o diez años. Las escalas más utilizadas son 1:12, 1:10 y 1:8.
También aconseja a los adultos principiantes que utilicen kits, coches RTR o sets premontados en los que solo sea necesario un montaje parcial. Estos últimos también son adecuados para niños más pequeños.
Al precio de los kits hay que añadirle el del mando a distancia. Según el alcance del suministro, también hay que tener en cuenta los llamados servos, que transforman las órdenes enviadas desde el mando al coche, y un regulador de velocidad, que controla el motor.
Según Berse, las piezas de recambio proceden de marcas conocidas como Absima, Carrera, Carson, Kyosho y Tamiya.
Los hermanos mayores o los padres pueden ayudar a los niños a montar el kit, ya que la caja del mismo contiene numerosas bolsitas con tornillos, ruedas, rodamientos, muelles, placas y una carrocería sin pintar. Todos estos elementos tendrán que ser atornillados, cortados, pintados y pegados.
Tampoco se trata de una tarea imposible. «A menudo tenemos clases escolares en las ferias», señala Horn. «Junto con ellos, montamos un coche de este tipo con distintos componentes en el transcurso de una mañana”, asegura el experto.
El haber participado del montaje también simplifica las reparaciones, ya que así se sabe exactamente cómo está construido el coche. Sobre todo en la fase inicial, es muy común que se choque contra un bordillo y se desprenda una rueda o una conexión transversal.
Además, los coches son rápidos. Los modelos básicos actuales pueden circular a entre 15 y 30 km/h. «Esta ya es una buena velocidad, y estos vehículos también pueden modificarse hasta 50 o 60 km/h con relativamente poco esfuerzo», señala Horn. Sin embargo, también hay modelos que pueden alcanzar los 120 km/h.
«Por eso es importante conducir en lugares seguros”, recomienda Horn. Eso también significa no conducir hacia personas o animales, ni siquiera cerca de ellos. También es importante mantener una gran distancia con respecto a objetos que puedan romperse. Horn aconseja, no obstante, tener un seguro contra terceros.
Según Horn, el interés se puede perder rápidamente si se practica la afición en solitario. «En poco tiempo ya se dominan las maniobras en la alfombra o en el patio trasero, y se sabe cuán rápido se puede manejar en los distintos lugares», precisa el experto.
A menudo no se dispone de suficiente espacio o quizás se necesitan consejos para aumentar la velocidad o bien obtener un mayor rendimiento de la batería. A más tardar entonces, no estaría mal comenzar a buscar un club en las cercanías. Horn remite a las páginas de las asociaciones de coches a radiocontrol, donde se pueden encontrar contactos por región. Las pistas de los clubes tienen normalmente unos 100 metros de longitud.
Conducir en un club puede entrenar el manejo intensivo de los modelos y mejorar el estilo de conducción. Al fin y al cabo, los pequeños bólidos apenas tienen nada que envidiar a los coches de verdad en cuanto a opciones de ajuste de neumáticos, dirección, vía, amortiguadores y demás.
En general, la atención se centra en el intercambio y la conducción, pero también en la competición: «Pueden pasar uno o dos años hasta que se esté listo para empezar en carreras auténticas», enfatiza Horn. Al igual que en el automovilismo «de verdad», la afición puede llevar a disputar campeonatos del mundo en muchas categorías diferentes.
Por Peter Löschinger (dpa)