Lauda-Königshofen (Alemania), 8 mar (dpa) – Eugen Hofmann acaba de cumplir 94 años y lleva ocho décadas dedicado a su pasión por la música cantando en coros.
A los 14 años, este anciano del sudoeste de Alemania ya era el único adolescente que formaba parte del coro de la parroquia local.
«Los demás integrantes me envidiaban porque aprendía y dominaba muy rápido los cánticos», recuerda Hofmann. «Eso es algo que he podido preservar hasta hoy».
Al terminar el colegio, Hofmann trabajó durante tres años en la granja de sus padres y continuó formando parte del coro de la iglesia hasta que en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, el muchacho de 17 años fue enviado a trabajar en una unidad de apoyo del Ejército alemán en Prusia Oriental.
Al regresar tras el final de la guerra a su pueblo natal, Oberbalbach, Hofmann volvió al canto grupal, primero en una asociación de solteros de la que fue cofundador y luego en un coro de seis integrantes llamado «Club de los Batallones».
«Cuando recorríamos el pueblo cantando, muchas veces nos ofrecían algo para beber», revela con una sonrisa. «En especial el día festivo de la Inmaculada Concepción, cuando cada 8 de diciembre nos deteníamos en cada casa donde habitaba una María y le obsequiábamos flores. Y antes había muchas Marías en nuestro pueblo», cuenta Hofmann.
En 1948, un tabernero volvió a reflotar la sociedad de canto «Concordia» en su posada, a la que se incorporaron 35 hombres, entre ellos Hofmann como tenor. El antiguo empleado bancario es el único que continúa en la agrupación desde su resurgimiento después de la guerra.
En las últimas décadas, Hofmann participó en innumerables festividades, procesiones y conciertos en la región. Además, también se presentó como solista musical y vocal y fue voluntario del cuerpo de bomberos de Oberbalbach.
Sigue cantando en el coro mixto de la asociación «Concordia» y no falta a los ensayos ni a las actuaciones. «Eugen Hofmann continúa siendo un tenor afinado y con una voz potente que enriquece al coro en su conjunto», confirma la directora, Regina Markert.
Por Peter D. Wagner (dpa)