(dpa) – El «Waka Tairawhiti» pasa con elegancia delante del barrio portuario de Gisborne, en la isla norte de Nueva Zelanda. Con su casco de madera pintado con llamas, este velero parece un elemento de utilería de una película de Disney sobre los Mares del Sur.
Pero al frente de este catamarán de 22 metros de largo no está el semidiós Maui, sino el navegante Te Aturangi Nepia-Clamp. Con la construcción del catamarán, cumplió su sueño de décadas, que ahora comparte con los turistas.
Clases sobre el agua
Describe su proyecto en el puerto de Gisborne como «he tikanga tawhito hou», una vieja tradición en un contexto moderno. El diseño del catamarán reproduce el original. Lo nuevo son las partes de fibra de vidrio y el motor, que funciona con aceite de coco.
La embarcación debe su nombre a la región de Tairawhiti, que en lengua maorí significa algo así como «la costa en la que el sol brilla sobre el agua».
Gisborne es la ciudad más oriental de Nueva Zelanda y está tan cerca de la línea internacional de cambio de fecha que aquí el nuevo día empieza antes que en cualquier otra gran ciudad del mundo.
A nivel mundial sólo existen otros ocho «waka hourua», que es como los pobladores originales de Nueva Zelanda llaman a sus tradicionales veleros.
Más de 2.000 alumnos de la región estuvieron a bordo del «Waka Tairawhiti» desde que salió a la mar por primera vez en diciembre de 2017.
Descubridores polinesios
Sobre este aula flotante, los alumnos aprenden de primera mano cómo los navegantes polinesios hallaron hace unos mil años el camino a Nueva Zelanda atravesando el mayor océano del mundo, siglos antes de los europeos.
Los antecesores de los maoríes estaban entre los mejores constructores de embarcaciones del mundo. En sus viajes se orientaban por las estrellas, las olas, las nubes y los animales de aire y mar. «Eso es mucho más complejo que navegar con instrumentos», dice Nepia-Clamp.
En Europa, durante mucho tiempo se pensó que los primeros hombres habían llegado de casualidad a Nueva Zelanda. Pero ahora ya se determinó que los polinesios planificaron su inmigración.
Algunas embarcaciones también regresaron de Nueva Zelanda otra vez a sus islas de origen, dice Nepia-Clamp.
Nadie sabe dónde está Hawaiki, el misterioso origen de los maoríes. Pero los expertos presumen que se puede tratar de las islas Cook, Tahití o Hawaii, o sea, de islas cuyas lenguas y tradiciones son muy parecidas a las de la cultura maorí de Nueva Zelanda.
Transmitir saberes
Tras la colonización de Nueva Zelanda, los conocimientos sobre la navegación de distancias largas pasaron al olvido. No fue hasta el siglo XX que volvieron a despertar con nuevos navegantes polinesios.
Nepia-Clamp ahora quiere transmitir estos saberes a los jóvenes. Él considera que la embarcación es un vínculo con el pasado de los maoríes. Puede ayudar a la población indígena a recuperar su identidad. «La pertenencia es una parte importante de nuestra cultura».
El navegante quiere mostrar a los jóvenes que provienen de científicos, matemáticos, biólogos y astrónomos. «Lo que fluye por sus venas es el mismo ADN. Pueden lograr lo que quieran. Sólo tienen que esforzarse».
Por Jule Scherer (dpa)