(dpa) – La fotografía es una afición cara. Las buenas cámaras y objetivos tienen su precio. Pero, ¿tienen que ser siempre los modelos más nuevos?
No, afirman los expertos, tampoco en el caso de las cámaras de sistema y los objetivos. Con dispositivos y accesorios que ya tienen algunos años, pero que por lo demás siguen en buen estado, se puede trabajar perfectamente, y, además, se contribuye con ellos a la sostenibilidad. Lo que sí recomiendan los expertos es evitar los equipos de segunda mano de las gamas más bajas.
«Las cámaras de sistema usadas merecen la pena para quien quiera ahorrar mucho dinero y no necesite necesariamente tomar fotografías con la última tecnología», afirma Peter Nonhoff-Arps, de la revista especializada alemana «c’t Fotografie».
Incluso las cámaras que llevan varios años descatalogadas siguen ofreciendo imágenes digitales de alta calidad, señala. En cuanto a los objetivos, opina que la diferencia de precio con los nuevos no es tan grande, pero hay muchas posibilidades de conseguir objetivos casi nuevos a un precio favorable.
En primer lugar, cámara de sistema solo significa que es una cámara con objetivos intercambiables, aunque aquí y allá el término cámara de sistema se ha llegado a utilizar exclusivamente para modelos sin espejo. Sin embargo, por definición, una cámara réflex también es una cámara de sistema.
Elegir una cámara con o sin espejo es, en última instancia, una cuestión de gustos y costumbres. En una cámara réflex, la luz entra a través de un objetivo, es reflejada en un espejo abatible que se pliega durante el disparo y expone la imagen en un visor óptico.
Las cámaras sin espejo, en cambio, disponen de un visor electrónico. En ellas, la luz incide directamente sobre el sensor, que envía la imagen a una minipantalla de alta resolución situada en el visor. Las cámaras de sistema sin espejo más económicas a veces ni siquiera tienen visor. En este caso, el control de la imagen en directo debe realizarse a través de la pantalla situada en la parte posterior de la cámara.
Una ventaja de las cámaras de sistema sin espejo es que gracias a su diseño más delgado, es decir sin espejo, caja de espejo o visor óptico, no son solo más ligeras, sino que también suelen ser mucho más compactas que las carcasas de las cámaras réflex.
Nonhoff-Arps recomienda comprar cámaras y objetivos de segunda mano en un comercio distribuidor: «La ventaja es que se los puede probar in situ y, por lo general, se obtiene una garantía. Sin embargo, el precio suele ser bastante más alto que con los vendedores privados». Según el experto, un término medio entre estos dos polos es el vendedor online.
Nonhoff-Arps explica que los precios en el mercado online se sitúan en la gama media y, además, los vendedores online también tienen que dar una garantía y aceptar la devolución de la mercancía en caso de duda. «Pero en el caso de cámaras y objetivos valiosos, merece la pena ir al minorista para ver en persona los dispositivos», aconseja.
Comprar cámaras y objetivos usados en una tienda tiene sentido, entre otras cosas, porque hay que verificar una serie de detalles. Nonhoff-Arps enumera varios factores a tener en cuenta: «Desde el sensor hasta las huellas de uso en la carcasa, la pantalla, la rosca del trípode o la zapata del flash, pasando por el estado de la batería». El experto añade que, en el caso de los objetivos, el estado de las lentes es relevante y hay que comprobar si hay inclusiones de polvo.
Vincent Meyer compra regularmente cámaras usadas para su tienda de fotografía en la ciudad alemana de Berlín y sabe lo que hay que tener en cuenta. Lo primero que comprueba es el estado general, el aspecto exterior. «En el caso de una cámara que ya tiene muchos arañazos, existe un mayor riesgo de que algo ya no esté en orden. Punto dos: en cualquier caso, el sensor de imagen debe estar libre de suciedad», advierte.
Según Meyer, la cantidad de dinero que se ahorra comprando de segunda mano depende en gran medida del modelo de cámara. «Si se compra un producto que todavía se fabrica y vende, se puede ahorrar entre un 20 y un 30 por ciento», afirma el experto.
Pero, ¿hasta qué antigüedad merece la pena comprar una cámara de sistema usada? ¿En qué momento el precio más bajo ya no compensa la tecnología quizás anticuada y, sobre todo, la calidad de imagen? Si se sopesan la gama de funciones y la calidad fotográfica frente a la posible reducción de precio, Vincent Meyer estima que la compra de una cámara digital de segunda mano merece la pena hasta una antigüedad de la cámara de entre cinco y seis años.
«Si no, hay que tener muchos conocimientos y estar muy seguro de que sigue funcionando», señala Meyer. «Porque la tecnología ha evolucionado tan deprisa que con los modelos antiguos se obtienen resultados que distan mucho del estándar actual», puntualiza.
Sin embargo, según Nonhoff-Arps, hay modelos que siguen siendo recomendables después de diez años: «Se trata sobre todo de cámaras que en su momento pertenecieron a la clase media alta y alta». En cambio, advierte, no merece la pena comprar de segunda mano cámaras y objetivos de las gamas más bajas, aunque se puedan adquirir por poco dinero.
Por Elisabeth Winkler (dpa)