«Hola, ¿cómo estás? Si estás un rato en casa, paso a saludarte.» ¿Qué hacemos cuando de pronto estamos todo el día en casa? ¿Cómo nos sentimos cuando no tenemos nada que hacer después de años de estar agotados de trabajo y ansiando el momento de la jubilación? Todos sabemos a qué edad nos vamos a jubilar, pero un día, de pronto, la fecha llega. ¿Y ahora qué?
Muchos no ven la hora de que llegue el gran momento de desprenderse del estrés y el trajín laboral y otros se asustan ante la mera perspectiva de no tener horarios y actividades por liquidar.
«Una de las preguntas centrales es cómo se llega al momento de la jubilación. ¿Agotado o con ganas de seguir?», dice la psicóloga Urusula Staudinger, que dirige el Columbia Aging Center de la Universidad de Columbia en Nueva York.
Por supuesto, la despedida del trabajo sólo duele si uno estaba a gusto haciendo lo que hacía. Pero también hay muchas personas que sólo se dan cuenta de lo importante que les resultaba el trabajo una vez que dejan de hacerlo. «El trabajo nos da estructura, nos organiza. Es cierto, nos carga de responsabilidades, pero nos da visibilidad y, en el caso ideal, también nos da un sentido», explica Staudinger.
Cuando eso de pronto no está, hay personas que caen en un pozo. Para evitarlo, la especialista recomienda no pasar directo de las 40 horas de trabajo a la jubilación, sino ir reduciendo la carga horaria de a poco, siempre y cuando el empleador lo permita, claro.
Si no fuese posible, tampoco tiene por qué ser un cambio drástico y dramático. En absoluto. Hay muchas personas que logran hacer esa transición sin mayores problemas, dice la directora de una Clínica de Geriatría de Berlín, Ursula Müller-Werdan. Pero es bueno tener en cuenta una cosa: «Los que mejor se adaptan a la nueva situación son los que ya fueron haciéndose un plan para esta tercera etapa de la vida» antes de que llegue, observa.
Staudinger recomienda no dejarse caer en el camino del menor esfuerzo, y no pasar la semana esperando el momento de sentarse en el jardín con algún familiar o algún amigo. «Yo recomiendo buscar nuevos contactos, generar nuevas situaciones.»
Puede sonar ilusorio. ¿Cómo hacerse nuevos amigos a esta edad? ¿Y realmente quiero cargarme al hombro nuevas tareas que seguro me van a estresar? Las cargas no tienen por qué ser negativas. «Hay ciertos tipos de estrés que no son nocivos para la salud», observa Müller-Werdan. La experta señala que, justamente, hay algunos factores como el aislamiento y la soledad que también pueden generar estrés, aunque no nos demos cuenta, y que aumentan el riesgo de contraer enfermedades. «La soledad es un estrés negativo, al igual que la sensación de no tener nada que hacer.»
¿Qué es lo que hay que evitar? La pérdida de las facultades intelectuales, algo que puede suceder cuando no tenemos que lidiar con ninguna tarea diaria; la depresión, que puede derivarse del vacío de verse de pronto solo o sin ninguna obligación; las enfermedades cardiovasculares que pueden aparecer por una mala alimentación o por falta de movimiento.
Y hay otro problema que puede aparecer en esa etapa y que hay que saber evitar: las crisis de pareja. No es casualidad que circulen tantas bromas sobre esto, observa el terapeuta de familia Björn Enno Hermans. Las bromas que se esconden detrás de muchas comedias responden a una preocupación muy concreta que compartimos todos: ¿Cómo va a ser esto si estoy todo el día en casa? ¿Cómo voy a llevarme con mi pareja si estamos las 24 horas codo a codo?
Y es que durante la etapa laboral las parejas, por lo general, sólo se ven un rato a la noche y los fines de semana, pero a la hora de jubilarse se dan cuenta que están absolutamente todo el día juntos y a veces se empiezan a fastidiar. Lo importante es tomar la jubilación como un momento en el que, muy conscientemente, tenemos que establecer nuevas pautas y nuevos caminos sin descargar la insatisfacción o el malestar por la nueva situación en la relación con el otro. «Es un momento en el que se definen los roles una vez más. Y no hay que olvidar que las dos partes de una pareja tienen los mismos derechos».
Por Tobias Hanraths (dpa)