Los obreros sobre la viga de Manhattan, el beso en las calles de París o el retrato del Che Guevara son algunas de las imágenes más reconocibles.
El anhelo por plasmar el instante, el deseo por convertir la realidad en algo físico y tangible fue la semilla de la fotografía. Mucho ha llovido desde los rudimentarios daguerrotipos y las cámaras oscuras que en algunos casos obligaban a esperar más de una hora para captar la imagen. El paso de las años y la evolución de la técnica convirtieron la fotografía en artículo de masas, especialmente desde la popularización que trajo consigo Kodak. Un arte irresistible que ha servido para retratar la historia. Son muchas las fotografías que han alcanzado la fama pero sólo unas pocas han superado el paso del tiempo en el podio de la gloria.
El almuerzo sobre un rascacielos es la imagen más reproducida y vendida de la historia. Tomada el 20 de setiembre de 1932, retrata a un grupo de obreros irlandeses comiendo sobre una viga transversal a una altura tan impresionante que parece que la foto esté trucada. Sin embargo los obreros están allí, y la imagen se ha convertido en todo un icono de la construcción de Nueva York y de los que contribuyeron a convertirla en la ciudad que es hoy. Durante años fue atribuida al fotógrafo Charles C Ebbets, sin embargo, su autoría no está demasiado clara ya que no fue el único fotógrafo presente en ese mismo lugar durante ese día. La identidad de los obreros también es un misterio, son muchos los que han asegurado ver a su padre, o a su tío en la fotografía y quizá ése sea su verdadero valor, convertirse en un símbolo universal con el que tantos se identifican.
El beso entre el marinero y la enfermera en Times Square, tomada el 14 de agosto de 1945 tras conocerse la noticia de la rendición de Japón, se ha convertido en todo un icono del fin de la Segunda Guerra Mundial. Glenn Edward McDuffie, veterano de la marina, aseguró años más tarde ser el joven marinero que protagonizó la instantánea. Y si la historia va de besos, el retratado por Robert Doisneau en las calles de París no puede faltar en la lista. Según parece la revista Life Magazine quería mostrar el amor en la capital francesa tras la Segunda Guerra Mundial, más tarde se supo que el beso no fue espontáneo, en realidad era actores. Sin embargo, poco importa, la imagen continúa en el olimpo de las fotografías más reconocibles de la historia.
El fotoperiodismo de guerra, además de su valor incalculable para mostrar la realidad en la contienda, también ha dejado instantáneas para el recuerdo. La muerte de un miliciano durante la Guerra Civil Española captado por Robert Capa constituye todo un testimonio de la vida, la muerte y la guerra. Muestra el momento justo en que la bala atraviesa su cuerpo y comienza a desplomarse. La interminable guerra de Vietnam fue retratada por cientos de fotógrafos y periodistas, no obstante, pocas imágenes resultaron tan desgarradoras como la de la niña que huye corriendo desnuda dejando atrás las llamas que inundan su aldea arrasada con napalm. Esa niña de nueve años sobrevivió a la barbarie y se convirtió en embajadora de buena voluntad de la Unesco.
Los retratos del Che Guevara de Alberto Korda, decenas de millones de veces reproducidos, la portada de Abbeey Road, Albert Einstein con la lengua fuera o los soldados alzando la bandera americana en Iwo Jima pertenecen también a este privilegiado grupo. Imágenes como testimonio de la historia.