(dpa) – Quien cocine fideos, patatas o verduras, arrojará de manera casi automática sal en el agua de cocción. Pero, ¿conoce usted el motivo?
La central de consumidores de Baviera brinda una explicación: la sal que se disuelve en el agua impide que los aromas pasen del producto al agua. De esta manera, se conserva mejor el sabor de los alimentos.
Prácticamente no hace ninguna diferencia si se echa la sal en el agua caliente o fría. La solución salina presenta otras propiedades físicas que el agua pura, como por ejemplo un punto de ebullición unos grados más alto. En la práctica, sin embargo, estas diferencias no tienen ninguna importancia.
Según explica la defensora de los consumidores Andrea Danitschek, el momento en que se arroja la sal no permite tampoco ahorrar energía ni tiempo de cocción.
De todas formas, ella sugiere echar la sal cuando el agua ya está caliente. Y esto por una razón muy sencilla: eso protege los utensilios de cocina.
Porque los cristales de sal se disuelven con menos facilidad en el agua fría, se hunden y pueden provocar corrosión en el fondo de la olla, especialmente si es de acero inoxidable.