Ciudad de México, 30 ago (dpa) – Hace décadas sucedió en la Argentina, en Guatemala, en El Salvador. Y sigue ocurriendo. En México y más partes del mundo: las desapariciones forzadas son un drama actual, como advirtió la ONU al conmemorarse hoy el Día Internacional de las Víctimas de este delito.
Lo sabe Manuel Ramírez Juárez. De pie junto al monumento a Cuitláhuac de Ciudad de México, junto a decenas de familiares reunidos para exigir la búsqueda de sus seres queridos, este hombre de 60 años porta un cartel con la foto de su hija Mónica Alejandrina.
La estudiante de psicología está desaparecida desde 2004 cuando fue secuestrada por policías en contubernio con un ex compañero de estudios para pedir un rescate que se pagó sin resultados.
«Por las investigaciones ella fue secuestrada por unos policías ministeriales de San Agustín, Estado de México. Los mismos policías, en lugar de cuidarnos, nos secuestran», lamentó su padre.
La desaparición forzada es un delito de lesa humanidad que implica la participación de un agente del Estado para cometerla: un policía, un militar, un alcalde, un funcionario de cualquier tipo.
«Las desapariciones forzadas son una constante violación a los derechos humanos en varios países de la región y una de las más graves manifestaciones de la impunidad y el debilitamiento de los sistemas de justicia en el continente», declaró a dpa Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas del grupo de derechos humanos Amnistía Internacional (AI)
En México hay unas 37.000 personas desaparecidas o sin localizar, según estadísticas oficiales y ONGs, pero no se sabe en cuántos casos intervinieron agentes estatales.
Muchas veces las fuerzas de seguridad actúan por su cuenta y otras al servicio de grupos del crimen organizado, como ocurrió en 2014 con la desaparición de 43 estudiantes de la escuela de formación docente de Ayotzinapa, secuestrados por policías municipales y entregados a un grupo criminal.
«Las desapariciones forzadas lamentablemente no son monopolio de un régimen político en particular o una determinada situación de conflicto armado», dijo a dpa Mariano Machain, coordinador de incidencia internacional de la organización civil Serapaz en el acto por los desaparecidos.
«En México ocurren desapariciones forzadas todos los días en el contexto de una lucha militarizada contra el narco que ya lleva 12 años», agregó. «El principal factor que permite la perpetuación del problema es la impunidad».
El 30 de agosto fue establecido como Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas. En algunos países se conmemora como el día del «detenido desaparecido».
En Argentina las Abuelas de Plaza de Mayo buscan a sus nietos arrancados de los brazos o del vientre de sus madres durante la última dictadura militar (1976-1983), en la que hubo unos 30.000 desaparecidos, según organismos de derechos humanos.
El 1 de agosto se cumplió un año de la desaparición de Santiago Maldonado en medio de un desalojo violento de una protesta mapuche en el sur de Argentina. Su cuerpo fue hallado 78 días después en un río, supuestamente ahogado, pero su familia afirma que se trató de una desaparición forzada.
El conflicto armado de Guatemala dejó unos 200.000 muertos y más de 45.000 detenidos desaparecidos durante sus 36 años de duración (1960-1996), de acuerdo con datos de la ONU. Y en México todavía existen desaparecidos de la «guerra sucia» de hace 40 años.
En Ciudad de México se juntaron frente al monumento a Cuitláhuac, en el Paseo de la Reforma, decenas de familiares de personas desaparecidas en distintas circunstancias, más allá de que se presuma o no la participación de agentes estatales.
Juana Zavala Vera, de 49 años, busca a su hija Itzel Abigail Santiago, desaparecida a los 24 años en 2013 cuando salió a ver a su novio. Muestra la foto de su hija con los ojos maquillados de azul en un cartel que dice «Falto yo».
Quiere que todos se enteren de su ausencia: «Que trascienda la foto de mi hija, que trascienda que ella no está conmigo, que ya son cinco años de búsqueda y no sé nada de ella».
En el acto, los asistentes piden al próximo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, hacer una prioridad de la búsqueda y sanción a los responsables, cuando asuma en diciembre. Con un micrófono se leen, uno a uno, los nombres de desaparecidos y los familiares responden: «¡Presente!».
Por Andrea Sosa Cabrios (dpa)