Melbourne, 28 ene (dpa) – A la estadounidense Serena Williams ya sólo le separa un partido de su vigésimo segundo título de Grand Slam, la final del Abierto de tenis de Australia que jugará el sábado ante la alemana Angelique Kerber.
La número uno del mundo volvió a mostrar hoy su faceta más arrolladora ante la polaca Agnieszka Radwanska, a la que venció por 6-0 y 6-4 en la misma Rod Laver Arena donde Kerber, sexta del ranking, superó después por 7-5 y 6-2 a la británica Johanna Konta para avanzar a su primera gran final como profesional.
«Siempre lo he dicho. Si juego a mi mejor nivel es difícil ganarme. No sé si jugué al máximo toda mi carrera, pero les aseguro que trabajé muy duro para ello», señaló Williams, de 34 años.
La estadounidense busca igualar el récord de 22 grandes en la Era Abierta que logró la alemana Steffi Graf. Si gana el sábado, ya sólo tendrá por delante los 24 de la australiana Margaret Court, la persona que más Grand Slam ganó en la historia.
Sin embargo, perseguir los 22 de Graf no es algo que preocupe a Williams. «Es un pensamiento que bloqueo. Ya lo hice el año pasado (en el US Open). Si no gano el sábado, seguiré a uno».
«Estoy muy emocionada por estar en otra final. No puedo creerme que esté en la final. Busco las palabras para explicarlo, pero no las encuentro», dijo la estadounidense después de dar una nueva exhibición en la Rod Laver Arena en una hora y cuatro minutos. «No pensaba que lo iba a conseguir tan rápido».
Williams hizo otra demostración de fuerza y concentración: 41 winners, cinco breaks, servicios a casi 200 kilómetros por hora y 25 subidas a la red son algunos de los datos que arrojó su séptima victoria consecutiva sobre Radwanska, número cuatro del mundo.
El primer set apenas duró 20 minutos, con la estadounidense mandando con cada golpe. Radwanska no logró tener ningún punto para ganar un juego y tampoco forzó un deuce. La polaca estaba siendo aplastada.
«Pero empezó a jugar muy bien en el segundo set. Así que yo tenía que mejorar y volví a jugar agresiva», contó Williams, que alcanzó la final sin ceder un solo set y con apenas 26 juegos en contra.
Williams, que se alzó con su primer grande en el US Open 1999, hace ya casi 17 años, no pierde una final de Grand Slam desde 2011, cuando cayó ante Samantha Stosur en Nueva York. Desde entonces, las ocho veces que alcanzó el partido definitivo acabó levantando el título.
La hermana menor de las Williams se quedó en 2015 a un paso de ganar los cuatro grandes. Se impuso en Australia, Roland Garros y Wimbledon, pero perdió en las semifinales del US Open.
Tras esa derrota se tomó una pausa y no volvió a competir hasta este año en Australia. Pero en su regreso demostró que sigue teniendo el hambre intacta.
El sábado tendrá delante a Kerber, con la que sólo perdió un partido en seis precedentes. La alemana de 28 años alcanzó su primera final de Grand Slam apenas diez días después de salvar un match point en la primera ronda ante la japonesa Misaki Doi.
«Va a ser increíble jugar con la número uno aquí. Será un desafío, voy a tener que jugar mi mejor tenis para tener alguna posibilidad, pero no tengo nada que perder», expresó Kerber, que había perdido hasta hoy las dos semifinales de Grand Slam que jugó.
«Es un momento muy especial, es mi primera final. Lo di todo en la pista», añadió tras batir a Konta, la única de las cuatro semifinalistas que no tenía rango de cabeza de serie.
Kerber es la primera alemana en llegar a una final de Grand Slam desde Sabine Lisicki en Wimbledon 2013. La última germana en ganar uno de los cuatro torneos más importantes fue Graf en Roland Garros 1999.
La ya ex tenista pero todavía leyenda le envió hoy un mensaje de texto a Kerber tras las semifinales: «Felicitaciones. Estoy muy contenta. Saludos desde Las Vegas».
La legendaria Graf está feliz, pero sí o sí cederá un honor en la final del sábado: o dejará de ser la máxima ganadora de grandes en la Era Abierta o dejará de ser la última alemana en levantar un grande.
Por Ignacio Encabo