(dpa) – Desde lejos parece casi como si bailara. El esquiador emerge rítmica y elegantemente una y otra vez del blanco inmaculado para volver a desaparecer inmediatamente hasta la cintura en una nube de nieve polvorienta.
En la nieve polvo profunda de la zona «7th Heaven» de Whistler Blackcomb, este esquiador seguramente se siente libre y liviano. Igual que en el «séptimo cielo», como promete el nombre de la pendiente.
Lo cierto es que cada vez que nieva copiosamente en las montañas Coast Mountains del oeste de Canadá, la zona de Blackcomb Mountain se convierte en el paraíso terrenal de los esquiadores y amantes del snowboard.
Una superficie vasta y casi interminable
Blackcomb y Whistler Mountain conforman las dos mitades del mayor terreno esquiable de Norteamérica. 27 telesillas cubren dos grandes montañas de esquí con varios halfpipes y snowparks, así como más de 200 pistas balizadas. Sin embargo, más importante que la multitud de pistas son las impresionantes nevadas, con una media de casi 12 metros al año, y la inmensidad de la zona.
A diferencia de lo que ocurre en los Alpes, donde está prohibido salir de las pistas a menudo estrechas, en Whistler -como en las estaciones norteamericanas en general- se puede esquiar en cualquier lugar dentro de la zona de esquí vigilada. Aquí se trata de una superficie de 33 kilómetros cuadrados.
Mientras que en Europa la mayoría de los esquiadores hacen sus giros en pendientes llanas con esquíes estrechos de carving, en Whistler muchos salen a la nieve profunda con tablas anchas bajo los pies. El esquí aquí es más lúdico. Y sí, más libre.
Un sueño loco en los inicios
El «freeride» significa en Whistler más que «moverse libremente por el terreno». Es una actitud ante la vida. Esto tiene también mucho que ver con la historia de la estación de esquí, sus profundos bosques nevados, sus espectaculares pendientes escarpadas y sus impactantes cumbres.
Beat Steiner conoce la historia del lugar. Este suizo emigró en su día a Canadá y vive actualmente en Whistler, donde dirige con su empresa varios centros de heliesquí en la Columbia Británica.
«Todo empezó cuando unos cuantos locos del esquí quisieron hacer realidad su sueño olímpico», dice Steiner. En 1960, un grupo en torno al noruego Franz Wilhelmsen se propuso organizar los Juegos Olímpicos de Invierno al norte de Vancouver. Pero allí no había ninguna estación de esquí.
En su búsqueda de una montaña adecuada, se encontraron con London Mountain, en Alta Lake. Allí hicieron senderos en el bosque y construyeron las primeras telesillas. Cuando se inauguró la estación de esquí en 1966, cambiaron el nombre de Alta Lake por Whistler y el de London Mountain por Whistler Mountain. Pero el sueño olímpico se hizo añicos. En 1968, Whistler fracasó con su candidatura precipitada a los Juegos de Invierno de 1976.
Sexo, drogas y esquí
En ese entonces, en lugar de atletas de todo el mundo, acudían a Whistler los llamados «vagabundos del esquí», que se mantenían a flote con trabajos ocasionales para poder ir a esquiar todos los días. Gracias a ellos, Whistler se convirtió a finales de los ’60 en un bastión del esquí hippie: sexo, drogas y esquí.
Todavía hoy se vende en el Museo de Whistler una foto legendaria de aquellos días: en la imagen se ve a un grupo de esquiadores masculinos y femeninos desnudos delante de una cabaña, sin más ropa que sus botas de esquí.
Whistler se convirtió rápidamente en el epicentro del nuevo movimiento de esquí acrobático o de estilo libre («freestyle»). Los jóvenes salvajes, que se hacían llamar «Hot Dogs», rechazaban las carreras tradicionales y preferían lanzarse por pistas de mogul, dar grandes saltos o bailar ballet con los esquíes.
«Fue una época salvaje», dice Darryl Bowie. El ex freestyler de talla mundial y posterior presidente de la Asociación Canadiense de Freestyle sigue viviendo hasta el día de hoy en Whistler. Como entrenador de la escuela de esquí «Extremely Canadian», enseña trucos y da consejos para esquiar en un terreno que en ocasiones puede ser muy exigente.
Lujos y café antes de subir a la telesilla
«Le debemos en gran parte a Al Raine y Nancy Greene el que Whistler se haya convertido en una estación de categoría mundial», afirma Bowie, instructor de esquí. Greene es la esquiadora más laureada del país. En 1968 fue proclamada campeona olímpica y ganadora de la Copa del Mundo. Junto a su esposo, Al Raine, desarrolló en 1978 Whistler Village con hoteles, tiendas y restaurantes.
De esta forma nació una pequeña ciudad a los pies de la estación de esquí y el lujo del «ski-in/ski-out», con alojamiento directamente cerca de las pistas y remontes, algo muy poco frecuente en Canadá.
Después de Whistler Village, fue la apertura de una segunda estación de esquí en 1980 en Blackcomb Mountain lo que catapultó a Whistler a una liga diferente. A partir de entonces, ambas estaciones de esquí se sumieron en una competencia sin descanso.
«No teníamos tanto terreno, ni tantos remontes, ni 15 años de historia», recuerda Hugh Smythe, gerente de Blackcomb. «Así que tuvimos que inventar algo», añade. Es por eso que comenzaron a servir café gratis en las filas que se formaban para subir a los remontes, mientras él mismo se dedicaba a barrer por las tardes la nieve que se acumulaba en los coches de los huéspedes.
Whistler conservó esta cultura de servicio hasta estos días, aunque la rivalidad entre los dos centros cayó hace tiempo en el olvido. Con la fusión de las dos estaciones de esquí en 1998, todo comenzó a crecer de forma conjunta.
Esto se hizo más patente aún en 2003 cuando, en un tercer intento, se hizo finalmente realidad el sueño de unos Juegos Olímpicos cuando Whistler ganó la candidatura y acogió los Juegos de Invierno de 2010 junto con Vancouver.
Información: Whistler Blackcomb
Destino: Whistler Blackcomb es la mayor estación de esquí de Norteamérica. Se encuentra en la provincia canadiense de Columbia Británica, en las montañas Coast Mountains, a unas dos horas de Vancouver.
Números sobre esta estación: Whistler Blackcomb ofrece 33 kilómetros cuadrados de superficie esquiable, más de 200 pendientes (un 20 por ciento fáciles, un 55 por ciento intermedias y un 25 por ciento difíciles), 27 telesillas y 9 cintas transportadoras.
Llegada y algunas formalidades: el aeropuerto más cercano es Vancouver, al que suelen llegar con más frecuencia los aviones de Air Canada. Desde el aeropuerto hay que viajar hasta Whistler con un coche de alquiler o un shuttle.
Cambio: 1 euro = 1,44 dólares canadieses
Más información: www.whistlerblackcomb.com
Por Bernhard Krieger (dpa)