Núremberg, 10 mar (dpa) – Alemania es digital, teclea en ordenadores y en pantallas táctiles. ¿Está muriendo la escritura a mano? No. Muchos hablan de una tendencia contra las letras de teclado.
Hoy en día se puede ver a menudo las pancartas de las tiendas, las pizarras frente a los cafés o las recomendaciones de las librerías escritas a mano. Los fabricantes de lápices saludan esta tendencia del «Handlettering», de la caligrafía artística a mano, y el nuevo auge de la pluma.
«Recibo peticiones de locales, panaderías, hamburgueserías para que les diseñe una pizarra bonita. La conciencia por la escritura a mano vuelve poco a poco», comenta Annika Sauerborn, alias «Frau Annika», ilustradora de la ciudad alemana de Maguncia y autora de libros sobre «Handlettering» (escritura a mano).
Silke Böhme, de la librería alemana Hugendubel en Wiesbaden, explica -ante una estantería con numerosas pequeñas notas- que quieren dar a sus recomendaciones de libros para los clientes un carácter personal y por eso las escriben a mano. «Algunos colegas escriben también su nombre en ellas», agrega.
«La escritura a mano -individual y personal- transmite al destinatario un alto grado de estimación, tanto es así que las tarjetas personales de invitación, de felicitación y las postales están experimentando un resurgimiento inusual», señala por su parte Sandra Suppa, portavoz del fabricante de lápices Faber-Castell en la ciudad alemana de Stein en Núremberg.
También Manfred Meller, gerente de la Asociación Alemana de la Industria para Escritura, Dibujo y Diseño Creativo (ISZ, por sus siglas en alemán) en Núremberg, constata satisfecho el fuerte aumento del volumen de venta de lápices. El nuevo entusiasmo, sobre todo por las plumas, también entre los jóvenes, se viene experimentando ya desde hace unos cinco años.
«Antes las plumas estuvieron durante muchos años en declive». Pero entre el 2012 y el 2016, el valor anual de la producción de plumas alemanas subió de 40 a 74 millones de euros (49 a 91 millones de dólares). «Hace 20 años tuvimos que luchar bastante», recuerda Meller. Más tarde la industria volvió a recuperarse. «Ahora tenemos realmente una buena coyuntura».
«Handlettering» es como un colorido juego con las letras, que a menudo acusan diferentes tamaños, formas y tipos, presentan ornamentos, adornos y símbolos. «No tiene tanto que ver con escribir, sino más bien con dibujar», aclara «Frau Annika» en su estudio lleno de lápices, hojas de papel y bocetos.
Según la librera e ilustradora, muchos quieren simplemente crear más con sus manos y liberarse de las pantallas (de los ordenadores y teléfonos). «‘Handlettering’ parece a la vista más fácil de lo que es. En los talleres, muchos ya no recuerdan cómo eran las letras en cursiva», afirma Sauerborn.
El fabricante de utensilios para la escritura y cosméticos, Schwan-Stabilo, en Heroldsberg cerca de Núremberg, aludió recientemente a la rápida propagación mundial de esta tendencia del «Handlettering» mediante las redes sociales y reconoció que la industria del sector también se beneficia con ello.
Ulrich von Bülow, jefe de departamento en el Archivo Alemán de Literatura de la ciudad de Marbach en Stuttgart, destacó que hay autores que aún hoy en día escriben a mano, como por ejemplo Peter Handke y Martin Mosebach. «Este es otro modo, más disciplinado, de escribir. No se puede corregir tan fácilmente como con el ordenador», aclara el doctor en filología germana.
El año pasado, con motivo de los 500 años de la Reforma Luterana, 606 personas copiaron a mano la versión actual de la Biblia de Lutero en la ciudad alemana de Mannheim. El resultado fueron cinco volúmenes con un total de 3.626 páginas. «Muchos tienen una escritura maravillosa y nos alegramos también de los estupendos dibujos de los niños», expresó el párroco local Stefan Scholpp.
Por Jens Albes (dpa)