(dpa) – Los volcanes activos son destinos turísticos fascinantes, pero al mismo tiempo peligrosos. La erupción del volcán White Island en Nueva Zelanda, que causó varios muertos, demuestra que siempre existe cierto riesgo.
«Quien viaje a visitar un volcán activo debe saber que en cualquier momento puede entrar en erupción», explica el vulcanólogo Thomas Walter. «Las erupciones no se pueden evitar. El riesgo es bajo, pero muchos turistas lo corren conscientemente».
Los volcanes nunca son del todo seguros
El grado de seguridad de un volcán depende mucho de la montaña. Dato importante para turistas: los volcanes activos nunca carecen de riesgo, incluso si la agencia de viajes ofrece excursiones hasta el mismo cráter.
«Muchos turistas quieren experimentar algo espectacular, pero creen que será completamente seguro si lo ofrece una empresa turística», dice Walter. Sin embargo, aclara, «visitar un volcán en activo nunca deja de ser un programa arriesgado».
Por eso el experto recomienda informarse en profundidad sobre el volcán que uno quiere visitar antes de viajar. Muchas veces los viajeros descubren en una rápida búsqueda en Internet que el volcán hizo erupción recientemente. Así fue, de hecho, con el White Island. La última erupción grande allí fue en 2016.
Quien tenga dudas o no quiera correr riesgos debería renunciar al viaje. «Mi deber es ser muy crítico», dice Walter. En muchos países hay excursiones a volcanes que pueden hacer erupción en cualquier momento, por ejemplo en Indonesia al Bromo o al Ijen en Java. «Allí también se ofrecen excursiones peligrosas porque traen dinero», agrega.
¿Salir corriendo u observar?
¿Y qué pueden hacer los turistas que están en el lugar en el momento de una erupción? No mucho. «Uno queda indefenso y expuesto a la montaña», dice el vulcanólogo.
Es importante la previsión. Los vulcanólogos llevan un traje protector así como un casco y una máscara antigás.
En el caso de una erupción, hay dos opciones: salir corriendo enseguida o esperar y observar en qué dirección se mueve la ceniza y luego huir en la otra dirección. «Generalmente, sin embargo, la gente reacciona con pánico», asegura Walter.
En los volcanes italianos de Stromboli y Etna, por ejemplo, hay refugios para el caso de una emergencia. «Uno debería informarse previamente sobre su ubicación».
Es difícil interpretar las señales de advertencia. «El turista no puede saber qué significa si brama o si sale vapor», dice el vulcanólogo. Eso lo puede saber a lo sumo el organizador, que en el mejor de los casos está en contacto constante con vulcanólogos.
En referencia a White Island, Walter señala: «Allí con poco dinero y poco despliegue se puede visitar un volcán activo. Uno llega directamente con una embarcación a la isla. Eso es tentador». La erupción, sin embargo, tendrá consecuencias. «Creo que este tipo de viajes ya no se podrán ofrecer allí». Subestimaron el riesgo, concluye.