(dpa) – Para muchos aficionados a la fotografía, las vacaciones son el momento ideal para desarrollar esta actividad. Pero, ¿es posible reducir la probabilidad de tomar una y otra vez pésimas instantáneas que desaparecen sin ser vistas en los teléfonos inteligentes o en las cámaras? Según los profesionales: sí.
Uno de los hitos más importantes en el camino hacia el éxito fotográfico es pensar en lo que realmente se quiere fotografiar. «El mayor error que se puede cometer como fotógrafo es limitarse a accionar el disparador sin pensar en lo que se quiere crear», asevera Sebastian Ritter, de la revista digital alemana «22places».
No basta con descubrir un motivo y luego apuntar la cámara: «Así se consiguen fotos aburridas y que no dejan huella», señala Ritter, él mismo un apasionado de la fotografía de viajes. En su lugar, añade, hay que detenerse un momento y pensar en cómo y con qué enfoque se puede escenificar mejor el motivo.
Charlott Tornow, de la revista online alemana «Reisevergnügen», también sabe que una buena foto de vacaciones requiere trabajo: «Hay que preguntarse: ¿Cuál es la mejor perspectiva? ¿Qué quiero mostrar a la gente? Los motivos hay que buscarlos, ya que una buena foto de vacaciones rara vez se presenta por sí sola», explica la experta.
Lo mejor es preguntarse qué historia se quiere contar con las fotos. Durante una estancia en Roma, por ejemplo, se podría captar cómo viven los romanos y fotografiarlos en su vida cotidiana, explica Tornow. «Algo bastante banal puede ser muy interesante si se piensa de antemano en la historia detrás», precisa Tornow.
«Las fotos más bonitas son las que reflejan un estado de ánimo, evocan emociones y plantean preguntas», opina la fotógrafa, y recomienda no hacer las mismas fotos que hace todo el mundo a su alrededor. Un motivo clásico, prosigue, también puede ser interesante, sobre todo cuando se ofrece una visión diferente o nueva del mismo. En Roma, por ejemplo, se puede fotografiar a la gente arrojando monedas a la Fontana di Trevi en lugar de capturar la propia fuente.
Sebastian Ritter recomienda salirse de los caminos turísticos para buscar motivos interesantes y bellos: «Por supuesto, no hay que perderse los lugares famosos, pero las imágenes más emocionantes suelen estar en otras partes». Los motivos realmente especiales y auténticos, añade el experto, se encuentran más bien lejos de los clásicos turísticos: una colada tendida en un callejón o la vieja moto contra la pared de una casa.
Incluso el motivo más bello parece aburrido si está mal montado, por ejemplo, si se lo coloca exactamente en el centro de la imagen. Por eso la composición de la imagen es muy importante. «Un truco sencillo es la regla de los tercios», explica Ritter. Para ello, se divide mentalmente el cuadro con cuatro líneas en una cuadrícula de nueve partes iguales y se coloca el motivo principal en uno de los cuatro puntos de intersección de la cuadrícula. Muchos teléfonos inteligentes y cámaras cuentan con esta función en los ajustes.
En cuanto a la luz, Ritter explica que las mejores fotos se toman durante las horas azules y doradas, es decir, las horas poco antes y poco después de la puesta de sol. Lo mismo ocurre con el amanecer: «Los madrugadores también tienen la ventaja de que a menudo pueden hacer fotos solos en lugares que de otro modo estarían abarrotados», enfatiza el fotógrafo.
La luz también puede incorporarse directamente a la imagen: «Especialmente en la ciudad, entre edificios de gran altura, los juegos de luces y sombras pueden aportar mucho atractivo», señala Charlott Tornow. En las ciudades, añade, también se puede jugar con la perspectiva, alineando la cámara con las líneas de fuga entre las hileras de casas. Los experimentos desde una angulación oblicua inferior o a vista de pájaro también merecen la pena.
Además, también se puede dotar a los motivos de un marco: «En lugar de limitarse a fotografiar la Torre Eiffel desde la ventana del hotel, se pueden dar unos pasos atrás y fotografiar la Torre Eiffel en el marco de la ventana», explica Tornow, y aconseja inspirarse en las imágenes de otros fotógrafos: «Si me gusta mucho una foto, trato de analizarla y luego intento recrearla».
Quien quiera prescindir de los ajustes automáticos, puede poner en práctica muchos trucos y consejos fotográficos de forma más decidida. Esto vale especialmente en el caso de las cámaras, a pesar de que cada vez más móviles ofrecen modos de cámara manuales.
El valor ISO, por ejemplo, indica la sensibilidad del sensor de exposición: cuanto más oscuro sea el entorno, más alto debe ser el valor ISO. Al mismo tiempo, sin embargo, cuanto más alto sea el valor ISO, mayor será el ruido de la imagen: «Eso significa que se pixela», explica Charlott Tornow.
Para evitarlo, se puede elegir un tiempo de exposición más largo en lugar de subir tanto el valor ISO. Esto permite que caiga más luz sobre el sensor de la cámara: «Se puede utilizar por la noche, por ejemplo, si se quiere fotografiar un cielo estrellado», señala Tornow, y añade que, sin embargo, esto también requiere un trípode porque nadie puede mantener la cámara quieta durante tanto tiempo.
La apertura, a su vez, puede influir en la profundidad de campo. «Con un valor de apertura bajo, se obtendrá un primer plano extremadamente nítido y un fondo muy borroso», explica Tornow. Este se utiliza sobre todo en los retratos o para poner en primer plano determinados objetos de la imagen. En el caso de los paisajes, por el contrario, se requiere un valor de apertura alto que garantice la máxima nitidez de imagen.
Por Elisabeth Winkler (dpa)