Windsor, 19 may (dpa) – El príncipe Harry y Meghan Markle se dieron hoy el «sí quiero» en una ceremonia oficiada por el arzobispo de Canterbury y en presencia de 600 invitados en el castillo de Windsor, al oeste de Londres.
Es la boda del año: desde primera hora de la mañana miles de personas acudieron en masa a los alrededores del castillo de Windsor para poder ver de cerca a la pareja real de recién casados. Se calcula que unos 100.000 seguidores salieron a las calles y millones de telespectadores en todo el mundo siguieron el acontecimiento.
La reina Isabel II les había concedido esta mañana a Harry, de 33 años, y Meghan, de 36, el título de duques de Sussex.
La misa comenzó con puntualidad británica en la capilla de San Jorge, situada en el terreno del castillo. Hacia las 10:40 GMT, llegaron el príncipe Harry y su hermano Guillermo, quien además fue su padrino de boda. Unos 20 minutos más tarde fue el turno de Meghan, que no había elegido a ninguna dama de honor y arribó en un antiguo automóvil Rolls-Royce Phantom IV construido en 1950.
Entre los invitados se encontraban la reina Isabel II, quien llegó a la capilla cinco minutos antes que la novia, y su marido el príncipe Felipe. Además de los miembros de la casa real británica asistieron a la ceremonia famosos como la tenista Serena Williams, los cantantes Elton John y James Blunt, los actores George Clooney e Idris Ebra, la presentadora estrella estadounidense Oprah Winfrey, el ex futbolista David Beckham, así como algunos compañeros de reparto de Meghan en la serie de abogados «Suits». El equipo de la serie felicitó a la pareja por Twitter: ¡Felicidades al duque y la duquesa de Sussex!»
También Charles Spencer, hermano de la fallecida princesa Diana y tío de Harry, acudió al enlace.
Pese a que los novios no habían invitado a ningún político se pudo ver entre los asistentes al ex primer ministro británico John Major. La primera ministra británica, Theresa May, transmitió a la pareja sus mejores deseos por Twitter. En un comunicado el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y su esposa, Sophie, también felicitaron a la pareja a quien les une una estrecha amistad.
La novia llegó hasta el altar del brazo de su suegro, el príncipe Carlos, debido a que su padre, Thomas Markle, no pudo asistir a la boda por estar recuperándose de una operación de corazón. Én declaraciones al portal «TMZ» Thomas Markle dijo: «Mi niña está preciosa y muy feliz. (…) Me gustaría estar allí y les deseo todo mi amor y toda la felicidad». Sí estuvo presente en el evento la madre de Meghan, Doria Ragland.
La novia lucía un vestido de color blanco con escote barco y largas mangas francesas, obra de la diseñadora británica de Givenchy Clare Waight Keller. Su detalle fundamental fue un largo velo bordado que representaba la flora de los 53 países de la Commonwealth, sujetado con una tiara de diamantes de la reina María. Waight Keller también diseñó los vestidos y trajes de los 10 pajes, seis niñas y cuatro niños que acompañaron a la novia.
El ramo, ideado por la florista Philippa Craddock, incluía flores cortadas por Harry en su propio jardín privado en Kensington. Entre ellas había nomeolvides, la flor favorita de su madre, Diana.
La misa fue una mezcla de tradición y modernidad. Antes del «sí quiero» un coro de gospel cantó el éxito de los años 60 «Stand by me» del músico estadounidense Ben E. King, fallecido en 2015. Además, Meghan renunció a la promesa tradicional de «obediencia» en los votos.
Según Kensington Palace, la pareja puso mucho empeño en la selección de textos y canciones para la capilla de San Jorge en el castillo de Windsor.
En su intervención, el arzobispo de Chicago y jefe de la Iglesia episcopal en Estados Unidos, Michael Curry, sorprendió con una prédica intensa y de tintes políticos. Citando al defensor de los derechos civiles de los negros Martin Luther King dijo: «Debemos descubrir el poder del amor, la fuerza curativa del amor. Cuando lo descubramos podremos hacer de este viejo mundo uno nuevo. El amor es el único camino».
Jane Fellowes, hermana de la fallecida princesa Diana, leyó un pasaje del «Cantar de los cantares» del Antiguo Testamento.
Además no sólo los novios dijeron «sí quiero»; los presentes también hicieron una promesa: cuando el arzobispo de Canterbury preguntó si sus familiares y amigos querían apoyar a la pareja, todos asintieron al unísono.
Durante la misa Harry y Meghan se miraron a los ojos una y otra vez, sonriendo. Él habló más suave, a ella se le iluminaba el rostro con sus palabras y casi todo el tiempo estuvieron tomados de la mano.
Una vez terminada la ceremonia, los recién casados salieron a la escalera de la capilla de San Jorge, donde se besaron ante los ciudadanos invitados al enlace. Después subieron a un coche de caballos abierto con el que hicieron un recorrido de unos 20 minutos por Windsor. En un espléndido día soleado y de cielo azul miles de seguidores saludaron a la pareja a su paso con banderas británicas mientras hacían fotos.
Los 600 invitados disfrutaron de una recepción en el salón de San Jorge junto con los novios en la que actuó el cantante Elton John, gran amigo de Diana de Gales, y en la que se sirvieron platos como langostinos escoceses envueltos en salmón ahumado con crema fresca de cítricos, panna cotta de guisantes con huevos de codorniz y verbena de limón y macarons de pistacho.
El príncipe Carlos celebrará por la noche, a partir de las 18:00 GMT, una celebración menos multitudinaria para la pareja, familiares y amigos en Frogmore House, un idílico edificio dentro de los terrenos del castillo de Windsor.
Por Teresa Dapp (dpa)