(dpa) – La reserva natural de Entlebuch, en el centro de Suiza, ofrece colinas suaves, acantilados escarpados y naturaleza virgen.
En este rincón entre Berna y Lucerna, el guía Pius Schnider sube decidido por un sendero empinado. Delante de un abeto se ven un montículo de tierra y muchos puntos negros alrededor. Schnider coloca la mano sobre el hormiguero e inmediatamente las hormigas comienzan a moverse por su piel. «Es como un masaje», comenta entusiasmado Schnider.
El guía acompaña a un grupo de excursionistas por el Schrattenfluh, el nombre de las montañas kársticas situadas junto a la biosfera de la Unesco en Entlebuch, una reserva natural a los pies de los Alpes.
El Schrattenfluh, con sus llamativas rocas, es uno de los puntos de referencia de esta zona y pocas personas conocen esta masa rocosa tan bien como Schnider, que ahora invita a excursionistas a darse también un masaje de hormigas. La sensación es parecida a sentir una tableta efervescente disolviéndose sobre la piel.
El guía turístico explica al detalle lo que se ve a lo largo del camino, entre esto muestra una planta de torvisco, cuyos frutos se asemejan a las grosellas, pero que puede causar parálisis cardíaca si son ingestados. «No tocar», advierte.
Deliciosos arándanos para cosechar
Lo que sí está permitido es recolectar los numerosos arándanos que crecen casi en muchos rincones del paisaje kárstico. Hay unas bayas que se ven casi iguales que los arándanos, las vaccinium uliginosum, pero es mejor evitarlas porque su ingesta «da como un delirio», según señala Schnider.
Durante esta caminata es mejor no dar un paso en falso y tener todos los sentidos alerta, ya que discurre por zonas con estrechas grietas entre rocas escarpadas.
La cueva bajo el establo
El camino guarda muchas sorpresas. Casi se podría pasar por alto que junto a un establo de vacas se accede a una cueva que es un mundo aparte. A través de un estrecho tubo se baja por una escalera a ocho metros de profundidad hasta la cueva de Sihlwängen.
Aunque hay alrededor de 300 cuevas en esta zona, sólo dos están abiertas al público. El grupo desciende en una de ellas. Cada excursionista va equipado con un casco con lámpara, además de unas potentes linternas que Schnider distribuye. Sin un guía, un paseo por la cueva de 140 metros de largo sería muy peligroso.
En una estalactita, Schnider se detiene y explica: «Ese es el diablo de Schrattenfluh». Sin embargo, la historia de cómo se descubrió la cueva fue una casualidad muy terrenal, en la que el establo encima de la cueva y la necesidad natural del ganado jugaron un papel importante. Fue en 1973. Un granjero quería construir un nuevo estercolero y cavó un agujero que de repente pasó a ser sorprendentemente profundo.
Al final del recorrido por la cueva y para sumergirse del todo en ese mundo al que no llega la luz natural, Schnider suele pedir a los excursionistas que apaguen todas las luces y que guarden silencio un minuto. Lo que sigue es una oscuridad que sólo se puede encontrar en una cueva tan profunda.
Las fresas de la granja
Pero la reserva de Entlebuch no sólo ofrece aventura. La red de senderos es extensa. Si se viaja con niños, en los alrededores del centro turístico de Sörenberg se encontrarán parques de aventura como el Mooraculum o el que se construyó alrededor de una estación de cablecarril.
Una visita a la granja de Birkenhof puede resultar emocionante. Aquí no sólo pasta el ganado, sino que también crecen las fresas. El dueño Christian Schnider cultiva frutos rojos y abastece a todo el valle con ellos.
Eiger y Jungfrau a la vista
Otro día, se puede subir en telecabina al Brienzer Rothorn, situado a 2.350 metros de altura. Es la montaña más alta del cantón de Lucerna. La cima marca la frontera con los cantones de Berna y Obwalden y ofrece una vista alucinante. En un día claro, se pueden llegar a ver desde ese punto otros 693 picos escarpados, incluyendo los llamados Eiger y Jungfrau. Pero lo más destacado es la vista sobre el lago Brienzer, que parece brillar con sus aguas en azul turquesa.
En dirección norte, la vista se abre al Entlebuch y más lejos se ve brillar el lago Sarner. Desde Sörenberg, un camino panorámico lleva hasta allí por un paso montañoso que suele estar abierto entre mayo y finales de octubre.
«Para los motociclistas de Suiza, esa carretera es de recorrido obligatorio», comenta Ueli Mattmann, que trabaja en la gestión de la biosfera Entlebuch. Pero el camino no es sólo una aventura para los motociclistas.
Un paso montañoso como un camino secreto
Si se viaja en coche desde Lucerna a través de Giswil subiendo por el paso montañoso hacia Entlebuch, primero se pasará por una ruta que recuerda más a un camino escondido hacia las granjas de la montaña. Es estrecho y con muchas curvas, pero las vistas son a cada cual más impresionante.
Ueli Mattmann se sienta en el restaurante a los pies de la cumbre del Brienzer Rothorn. En el menú figura una de las especialidades locales, «Käsespätzle», pasta con queso. A la pregunta de a quién recomendaría pasar unas vacaciones en Entlebuch, Mattmann señala: «Si se busca acción, puede que uno se aburra un poco aquí después del primer día. Pero es ideal para las familias».
Pero si no se es un adicto a la adrenalina, se pueden vivir muchas aventuras aquí. Una llamada a Pius Schnider es suficiente, añade Mattmann.
Información sobre Sörenberg en Entlebuch
Se puede llegar en tren desde Lucerna o Berna hasta Schüpfheim, desde allí en autobús hasta Sörenberg. En coche desde Lucerna por la autopista A 8 hasta Sarnen y Giswil, luego por la carretera panorámica hasta Sörenberg o desde Lucerna por la carretera principal 10 hasta Wolhusen y Schüpfheim y desde allí hasta Sörenberg.
Por Tom Nebe (dpa)