(EUROPA PRESS) Un estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) calculará, caso por caso, la rentabilidad de cada línea de AVE que se ha construido o se está construyendo en España, y en el caso de las segundas, si merece la pena concluirlas.
El trabajo, integrado dentro del informe ‘Economía y política de infraestructuras en España’, está coordinado por el profesor Ginés de Rus Mendoza, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y experto en Economía de Transporte, conocido por su posicionamiento crítico con la inversión que se ha realizado en las líneas de alta velocidad en España, por considerarlas no rentables. También participan en el análisis otros economistas escépticos con la conveniencia de este gasto público, entre ellos Gerard Llobet.
La previsión inicial es que el trabajo se presente antes de que concluya este año 2014. En el caso de la alta velocidad, «donde ya existe una red de dudosa rentabilidad social pero de características irreversibles, las preguntas van más dirigidas a qué hacer con lo que ya tenemos y si se debe seguir adelante con la construcción de nuevas líneas», explica el encabezamiento de la web de Fedea.
Preguntado por Europa Press sobre si se debería concluir o no líneas en construcción, como es el caso de la conexión a Asturias, Ginés de Rus se remite al informe: «en todo caso habrá que calcular el coste-beneficio de lo que queda por ejecutar» (en la línea Valladolid-Asturias, y a principios del presente año, restaban unos 3.300 millones de euros de los 7.300 presupuestados).
No obstante, el propio Gerard Llobet, en una artículo publicado este lunes en el blog ‘Nada es gratis’, referente al destino del 45% del presupuesto del Ministerio de Fomento en el año 2015 a las obras de AVE, dudaba de la conveniencia de concluir las obras ya iniciadas: «las líneas ya construidas difícilmente cubren el coste de funcionamiento (es decir, olvidándonos de la inversión multimillonaria que se hizo en su momento). Por ello, terminar una línea y ponerla en funcionamiento significa más pérdidas todos los años. Es decir, invertir en el AVE no solo reduce el gasto en educación, I+D, etc de hoy sino que también hipoteca el gasto futuro».