(dpa) – Una pareja envejeció junta, pero a diferentes velocidades. Uno está en forma y todavía puede hacer cosas. El otro necesita tantos cuidados que se decidió, con gran pesar, llevarlo a una residencia. ¿Y ahora?
Para la relación esto es todo menos fácil. «Incluso puede ser muy agobiante para ambos», dice Simon Eggert del Centro para la Calidad en los Cuidados, con sede en Berlín. Pero el amor no necesariamente debe quedar en el camino.
Los papeles en la relación se modifican
Lógicamente la nueva situación -uno en casa, el otro en la residencia- es un desafío enorme. «A veces también cambia algo a nivel jerárquico en la pareja», dice la psicóloga Marlene Ziegler-Stein.
Por ejemplo, si uno de los dos siempre era «el fuerte, el que controlaba todo» dentro de la pareja y ahora ya no puede cumplir con ese papel por razones de salud. Un cambio de ese tipo puede afectar a ambos.
«Estar en situación de cuidados siempre incluye también un componente psicológico», dice Ziegler-Stein. Por eso las parejas afectadas no deberían dudar en buscar ayuda por fuera. Para acceder a asesores competentes, pueden, por ejemplo, dirigirse a asociaciones benéficas que cuenten con asesoramiento profesional o también a centros de cuidados.
En busca de acuerdos
Muchas parejas también se las arreglan sin esta ayuda. «En tanto sea posible, ambas partes pueden hablar sobre qué necesidades tienen y cómo se pueden implementar en la nueva situación vital», dice Eggert.
También Ziegler-Stein lo ve así y aconseja a las parejas que sondeen en conversaciones entre ellos qué es lo que les importa de la relación y qué quieren preservar. Hay hobbies como juegos de mesa que muchas veces se pueden seguir practicando, aun cuando uno de los dos viva en una residencia.
Pero muchas veces también hay hobbies en común que ya no se pueden practicar juntos. «En esos casos ambos pueden pensar en cómo pueden seguir adelante con sus costumbres habituales en la nueva situación», dice Ziegler-Stein.
Un ejemplo: una pareja solía salir a practicar senderismo, pero ahora eso es imposible para la parte necesitada de cuidados. Pero quizá sí puedan realizar al menos pequeños paseos juntos.
También puede ser que la pareja asistiera hasta ese momento regularmente a conciertos. Un acuerdo puede ser que quien no vive en la residencia lleve CDs y que ambos escuchen música juntos y rememoren otras épocas.
Espacio para el duelo
En esta búsqueda de acuerdos, también se puede producir un abatimiento. «Entonces puede ayudar y aliviar si ambos hacen juntos el duelo por las cosas que ya no pueden hacer», señala Ziegler-Stein.
Además es importante tener en claro qué es lo que a ambos les hace bien cuando están tristes. Una solución posible puede ser ver fotos de antes y tomar conciencia de que vivieron muchas experiencias hermosas juntos. Y aunque en la actualidad eso ya no es posible se puede intentar sacar el mayor provecho posible a la nueva situación.
Una premisa importante para cuidar la relación en las nuevas condiciones: «La parte de la pareja que no necesita cuidados debería vivir lo más cerca posible de la residencia», dice Eggert. Porque si el viaje es muy largo, eso puede convertirse en un obstáculo en la vida cotidiana.
Hay otra cosa indispensable. «El que no esté viviendo en la residencia debería estar dispuesto a reconocer la realidad y la situación en materia de salud del otro», dice Eggert.
No puede tomarse de manera personal los cambios en la pareja que se deben a la enfermedad. Es mejor tomar conciencia de que el ser amado no puede hacer otra cosa y que eso no tiene nada que ver con uno. Posiblemente a la persona que no necesita cuidados le haga bien intercambiar experiencia con otros en la misma situación, por ejemplo, en un grupo de autoayuda.
¿Y es objetable separarse de la persona que necesita cuidados? «Esas valoraciones no aportan nada. Siempre es una decisión que cada uno toma por sí mismo», dice Ziegler-Stein.
Quien esté ante la opción de una separación deberá tomar conciencia de cómo sería su vida concretamente después. Puede ayudarle contar con asesoramiento psicológico.
Si la persona que no necesita cuidados echa de menos, por ejemplo, la sexualidad, no necesariamente se debe separar para encontrarse con otra pareja. «Para esas necesidades posiblemente pueda encontrar a alguien», dice Ziegler-Stein.
Por Sabine Meuter (dpa)