Nueva York, 26 sep (dpa) – El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se mostró hoy abierto a reunirse con Nicolás Maduro en la ONU, a la vez que aseguró que «todas las opciones» siguen sobre la mesa respecto a Venezuela, lo que se traduce en que mantiene abierta la opción militar de la que habló hace un año.
Trump se encuentra en Nueva York con motivo del debate anual en la Asamblea General de la ONU, en el que el martes llamó a los países miembro de la ONU a ayudar a Estados Unidos a «restaurar la democracia» en Venezuela.
Este miércoles es el día en el que el presidente de Venezuela tiene que intervenir ante la Asamblea General, aunque no se descarta que finalmente no acuda a la ONU y ocupe su lugar el canciller, Jorge Arreaza.
«No lo tenía en mente, no es algo en lo que piense, pero si puedo ayudar a la gente, para eso es para lo que estoy aquí», dijo Trump a los periodistas sobre la posibilidad de hablar con Maduro. «Si está aquí, si quiere reunirse… No lo sé».
Hace un año, en agosto de 2017, Trump lanzó por primera vez la amenaza de una intervención armada en Venezuela. Y hasta ahora, en ningún momento dijo que la opción se hubiera caído de la mesa. El martes, el mandatario republicano sugirió además al Ejército venezolano que se rebele contra Maduro.
«El régimen es peligroso para la seguridad de su pueblo. Podría ser derrocado muy rápido si el Ejército decidiera hacerlo», manifestó en una rueda de prensa conjunta con el presidente de Colombia, Iván Duque, que es uno de los mandatarios latinoamericanos con una postura más dura hacia Maduro.
La Cancillería venezolana protestó hoy por esas declaraciones, que considera «belicistas e injerencistas» y «orientadas a promover una insurrección militar en el país». Según un comunicado, las afirmaciones de Trump evidencian la «política de cambio de régimen (en Venezuela) que promueve su gobierno con la participación de algunos gobiernos latinoamericanos».
Acompañando el discurso de Trump ante la ONU, Estados Unidos impuso el martes nuevas sanciones a funcionarios venezolanos, que en esta ocasión alcanzaron a la mujer de Maduro, Cilia flores, y a tres de los miembros más poderosos de su gabinete.
A Maduro lo sancionó ya en julio de 2017 con su inclusión en la lista principal de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro (OFAC). Maduro tiene por ello vetada su entrada a Estados Unidos, aunque el derecho internacional le garantiza el desplazamiento a la ONU en Nueva York.
Maduro respondió el martes desde Caracas a las nuevas sanciones de Washington. «Si me quieren atacar, atáquenme a mí. No se metan con la familia, no sean cobardes, su único delito es ser mi esposa», dijo. «Cada sanción ilegal e inútil es una medalla para nosotros los revolucionarios».
Estados Unidos ha sancionado a más de 50 funcionarios venezolanos desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en un intento por presionar a Maduro para que abandone la senda autoritaria de la que le acusa. La administración Trump se refiere a su Gobierno como una dictadura. También ha impuesto tres rondas de sanciones financieras con el objetivo de ahogar su financiación.
Entretanto, la crisis política y económica en Venezuela ha dado lugar a un desastre humanitario en el país, del que desde 2014 han salido más de 2,3 millones de personas, según la ONU. La región vive una crisis migratoria ante estos flujos.