(dpa) – Ciudad de México se considera demasiado grande, demasiado sucia e incluso peligrosa. Sin embargo, tiene todo lo que hace a una metrópolis mundial: encanto e historia, pompa y palacios, arquitectura ecléctica, una escena gastronómica celebrada internacionalmente, arte y subcultura.
Lo mejor es pasar al menos una semana en esta ciudad. Pero si no se cuenta con ese tiempo para visitar la capital mexicana, dpa ofrece a continuación un posible programa compacto para tres días.
Primer día: el Centro Histórico, donde empezó todo
El guía turístico y experto en arquitectura Santiago García de Vinuesa recomienda comenzar la exploración de Ciudad de México en el centro histórico.
En el Zócalo, la poderosa plaza principal, se encuentra la cuna de la capital: Tenochtitlán, la antigua capital del Imperio azteca, cuyos restos ya no se detectan a simple vista.
Las ruinas del Templo Mayor se ven eclipsadas por la mayor catedral del continente americano, entonces símbolo del poder imperial de los conquistadores españoles.
Hasta mediados del siglo XIX, el centro histórico actual abarcaba básicamente toda la ciudad. «Por eso hay aquí tantas joyas ocultas y edificios de todas las épocas», explica Santiago. «Es un barrio agitado porque todo el mundo viene aquí a comprar. Pero también es muy auténtico», comenta.
Tras pasar los arcos que conducen a los patios de los elegantes palacios coloniales, se puede, por ejemplo, comer en el restaurante Azul Histórico (Isabel La Católica 30) del renombrado chef Ricardo Muñoz Zurita.
Cuando Ciudad de México quiso ser europea
En dirección hacia el oeste, se pasa por una serie de monumentos impresionantes que se construyeron a finales del siglo XIX, después de la independencia, bajo la regencia del general Porfirio Díaz.
En aquella época, las clases altas seguían el ejemplo de Francia. Se construyeron magníficos edificios de estilo Art Nouveau, como el Palacio de Hierro, un centro comercial de lujo, y el noble Gran Hotel Ciudad de México, con su colorido tejado de cristal de Tiffany.
La antigua oficina principal de correos, el Palacio Postal, recuerda a un palacio veneciano. Y el centro cultural Palacio de Bellas Artes muestra una alocada mezcla de estilos arquitectónicos, desde el neoclasicismo hasta el Art Nouveau y el Art Déco, típicos de Ciudad de México.
Según el guía, la arquitectura de Ciudad de México combina tantos estilos diferentes porque los dirigentes de la ciudad se inspiraron en muchas influencias. Querían hacer la ciudad más europea, además se inspiraron en el estilo de vida de los suburbios estadounidenses y también se remitieron al pasado precolombino para encontrar su identidad. «Todo ello intentando ser moderno y cosmopolita», acota García de Vinuesa.
Los bares y las fiestas en la Zona Rosa
De noche se puede ir al moderno barrio de Roma a tomar una copa. Por ejemplo, un cóctel de mezcal con piña ahumada en la Licorería Limantour, que ocupó el cuarto puesto en la lista de los 50 mejores bares del mundo en 2022.
La Zona Rosa es el distrito ideal para ir a bailar y un imán para la comunidad LGBTQ, que encuentra aquí muchos bares y clubes gays. Durante el día, las galerías de arte del barrio atraen a los visitantes. Asimismo, las tiendas de antigüedades ofrecen leones de piedra, cuadros de Jesús, secretarios de caoba con incrustaciones doradas y sillas estilo Luis XIV.
Segundo día: arte, cultura y curiosidades
No es casual que los barrios de Roma y Condesa, con sus cafés, boutiques y fachadas de edificios rocosos, atraigan a tantos visitantes, que se sienten como si estuvieran en Roma o Barcelona, o al menos en algún lugar de Europa. Ambos distritos son muy caros para los estándares mexicanos.
Una sugerencia para comer es el restaurante de pescado Contramar (Calle de Durango 200), pero también se suele recomendar el Roma (C. Querétaro 225). Sin embargo, el patio de comidas que ofrece tacos, paella, ceviche, bocadillos italianos veganos y batidos podría estar en casi cualquier barrio «hipster» europeo, lo que lo hace básicamente intercambiable.
De museo en museo por el Parque de Chapultepec
Cerca de allí se encuentra el gran parque urbano de Chapultepec. Quienes prefieran evitar a los vendedores ambulantes, también pueden encontrar allí paz y tranquilidad en senderos solitarios.
Alrededor del parque hay varios puntos de interés cultural, entre los que destaca el imponente Museo Nacional de Antropología. También merece la pena visitar el Museo de Arte Moderno y el Museo Tamayo y la Casa Barragán, el antiguo estudio del arquitecto Luis Barragán.
Por su parte, el Castillo de Chapultepec, construido por los gobernantes coloniales españoles, sirvió como residencia imperial de Maximiliano I a partir de 1864. En la actualidad, el castillo alberga un museo histórico.
Tour nocturno de comida callejera
La guía Clarissa Obregón calcula que la mayoría de los mexicanos come en la calle. Señala que se trabaja seis días a la semana y el tiempo es escaso. «Por eso necesitamos buena comida callejera», que se puede encontrar en cada esquina de Ciudad de México, resalta.
Se puede empezar en Condesa con tortas de cochinita pibil, que son bocadillos con carne de cerdo estofada. Continúa en San Rafael, un antiguo barrio residencial, ahora de clase media, donde un vendedor ambulante que se hizo famoso por YouTube prepara tacos con chorizo y ternera.
El tour de comida callejera sigue hasta una sombría pulquería, donde cuesta acostumbrarse a la bebida nacional, el pulque, elaborado a partir de jugo fermentado y que se sirve en tres versiones. «Decimos que te vuelve sociable y que cura los corazones rotos», cuenta Clarissa.
Además, el Mercado de San Cosme ofrece quesadillas fritas, tamales rellenos de masa de maíz y atole.
Tercer día: Coyoacán y la Laguna de Xochimilco
Si se quiere encarar un día más relajado, se recomienda un paseo por el acogedor barrio de Coyoacán, en el sur. El imán turístico es el Museo Frida Kahlo, también llamado Casa Azul, donde nació y trabajó la artista más famosa de México.
Por la tarde, se puede realizar un recorrido por los canales de Xochimilco, que en su momento fueron construidos para la agricultura y hoy en día son un destino popular de excursiones.
Alrededor de 1.500 coloridas embarcaciones, llamadas trajineras, transportan familias numerosas, parejas y turistas. Cuanto más se ingresa en la red de vías fluviales, más tranquilo se vuelve el paseo.
Llama mucho la atención la Isla de las Muñecas, en la que cuelgan de los árboles decenas de muñecas, algunas inquietantemente envejecidas. Según cuenta la leyenda, en esa isla se ahogó una niña. Un pescador encontró el cuerpo y, posteriormente, comenzó a colgar muñecas, que arrastraba el río, para ahuyentar el espíritu de la niña muerta.
Informaciones:
La estación seca, de noviembre a mayo, se considera la mejor época para visitar Ciudad de México. Las visitas guiadas se pueden realizar a través de Gyde & Seek y la ruta gastronómica callejera a través de Eat Like a Local.
Por Philipp Laage (dpa)