MÚNICH (dpa) – Muchos touroperadores incluyen en sus catálogos viajes en grupo en autobús con un programa clásico de visitas a los principales lugares de interés turístico, por ejemplo las ciudades imperiales en Marruecos o los templos situados junto al río Nilo en Egipto. Sin embargo, las visitas a esos países también pueden incluir encuentros con la población local para que el visitante conozca mejor la vida diaria, las costumbres y las tradiciones de los nativos.
Por ejemplo, el touroperador alemán Hauser organiza en los desiertos de Argelia viajes acompañados por auténticos tuareg. «Ellos no lo hacen cada semana o cada mes y solo lo hacen con nosotros, porque conocemos el consejo de ancianos de la región», explica el director de la agencia de viajes, Ovid Jacota.
El propio guía turístico es un tuareg o alguien con buenos vínculos con los nativos, señala Jacota. «Se trata de un intercambio cultural extremadamente auténtico», asegura.
El touroperador Hauser también organiza este tipo de viajes a Italia. «Encontramos a un pescador, Pino, de las islas Eolias, que muestra su Italia a nuestros turistas», dice Jacota. Pino vive de la pesca y lleva en su barco a turistas de una isla a otra. «Es una posibilidad de mirar al alma italiana». Y es precisamente esto lo que actualmente quieren hacer muchos turistas, al menos como complemento del programa estándar.
«La palabra clave es autenticidad», dice el profesor Ulrich Reinhardt, investigador en turismo de Hamburgo. «Los turistas quieren conocer la vida real». Buscan un contraste con la vida diaria en su propio país y también alguna experiencia extraordinaria que no todo el mundo haya vivido, a diferencia de una visita a los templos.
Otro touroperador que apuesta por experiencias auténticas, al margen del espectáculo turístico, es Marco Polo, de Múnich. «En Pekín, por ejemplo, todo el mundo quiere ver la Ciudad Prohibida, pero la gente ya sabe más o menos qué aspecto tiene. Es mucho mejor vivir experiencias emocionales, extraordinarias, que perduren», dice el director de Marco Polo, Holger Baldus.
En Shanghai, por ejemplo, Marco Polo organiza para los turistas que visitan China un tour en bicicleta por la mañana por esta metrópoli, en medio del tráfico urbano. «Uno puede ver a la gente practicando Tai Chi por la mañana en el parque o desayunando en un comedor popular», dice Baldus. La vida diaria como atracción turística.
Sin embargo, Baldus advierte que ofrecer a los turistas estas experiencias de convivencia con los nativos también tiene sus límites, que «en China, por ejemplo, son más estrechos que en Portugal o Grecia».
Además, todavía se trata de un nicho en el conjunto de la oferta turística mundial. Quien no busque algo más profundo durante las vacaciones probablemente no pida que le pongan en contacto con los nativos, explica el director de Marco Polo. «Esas personas no esperan tal oferta y quizás tampoco lo quieran».
Y todos los turistas que viajan en grupo quieren ver primero las clásicas atracciones en el programa convencional antes de que se les ocurra interesarse por la vida diaria de los nativos, señala Baldus.
«Los encuentros auténticos con nativos solo desempeñan todavía un papel pequeño», dice también Jacota. «Describimos para el cliente el 90 por ciento del viaje. El diez por ciento restante es una sorpresa y apostamos por que el turista confíe en nosotros». Sin embargo, el director de Hauser está seguro de que la nueva tendencia se mantendrá: «La necesidad de la gente de tener experiencias auténticas no dejará de crecer».
Por Philipp Laage (dpa)