Prestar dinero es una forma de negocio conocida desde los albores de la historia, incluso algo más atrás, si consideramos el concepto de dinero y no solo el papel moneda que hoy conocemos.
Desde entonces hasta ahora mucho ha evolucionado el mercado bancario, de modo que existe una amplia variedad de préstamos y créditos que se pueden clasificar según el sujeto que los solicita, el destino, el aval, etcétera. Hay préstamos personales de pequeña cuantía y rápida amortización, como losmicropréstamos Contante, y préstamos de grandes cantidades como los que se avalan con una vivienda e incluso con un barco.
¿Préstamo o crédito?
Lo primero es establecer las diferencias entre préstamos y créditos. Pues aunque se utilizan como sinónimos en el lenguaje coloquial, existen matices que los constituyen en productos bancarios diferentes.
En el préstamo el consumidor o cliente recibe una cantidad de dinero previamente solicitada. Ese importe debe ser devuelto al prestamista según un calendario acordado, incluyendo el abono de los intereses generados. Más cuanto mayor sea el tiempo concedido para la devolución.
En el crédito el cliente no tiene porqué solicitar el dinero, sino que la entidad prestamista se lo pone a disposición (si bien puede ser a petición del interesado). El cliente puede disponer de todo el dinero o de una parte, y solo abona los intereses por el dinero utilizado. Es el típico ejemplo de cómo funciona una tarjeta de crédito que tiene un dinero a tu disposición, lo uses o no.
Clasificación de los préstamos
Siendo escrupulosamente técnicos la cantidad de préstamos que se pueden clasificar puede llegar a ser inconmensurable. Hay que tener en cuenta desde la finalidad a que se destinará el dinero, los plazos de devolución, si hay avales y garantías, quién es el prestamista y quién el beneficiario, los tipos de interés, la constitución del acto de préstamo y la amortización (por establecer algunos criterios).
Según el tiempo para devolver el dinero los préstamos pueden ser de muy largo plazo, largo plazo, medio plazo o corto plazo. Aunque sería más correcto incluir una quinta categoría: los préstamos de muy corto plazo. En esta categoría se inscriben los micropréstamos, cuyo plazo de devolución se limita a 30 días. En el resto de los casos el tiempo se dilata hasta uno, tres o treinta años (aproximadamente) en el caso de préstamos hipotecarios.
Hablando de hipotecas: una de las formas de clasificar un préstamo es por la garantía que se aporta. La garantía es un bien real y tangible cuyo valor asegura el importe de lo prestado. No obstante, la garantía también puede ser intangible, como la nómina de un trabajador. La garantía más común en los préstamos es el bien inmueble, a entender vivienda, garaje, local, terreno, etcétera. Pero ¿sabías que un barco también se puede hipotecar? En el siglo XIX se promulgó la Ley de Hipoteca Naval con objeto de fomentar la Marina Española. Esa norma aún tiene validez hoy día en sus posteriores revisiones, y establece que los barcos mercantes son los únicos bienes muebles que se pueden hipotecar (con el riesgo consabido de pérdida, deterioro o hundimiento a que se expone el prestamista).
El destino o finalidad de un préstamo también puede suponer una garantía. Así se puede hacer una clasificación sencilla entre préstamos de consumo (el que se solicita para comprar un coche, por ejemplo) o préstamos productivos. El dinero de los préstamos productivos se compromete en una inversión como puede ser el proyecto de fabricación de un coche o la apertura de un negocio.
Uno de los factores de clasificación más interesantes lo encontramos en el tipo de interés que se aplica al préstamo. El interés puede ser fijo o variable. Los tipos variables se asocian a una tasa oficial, como es el EURIBOR. Esto implica que el beneficiario corre el riesgo de sufrir un encarecimiento de los costes a lo largo de la amortización (si es por más de 12 meses). En el tipo fijo no se corre ese peligro, pero el tipo suele ser más elevado para salvaguardar posibles variaciones del precio del dinero.
Podríamos seguir hilando aún más fino y subdividir las categorías, incluyendo algunas que hemos omitido, pero en resumen los créditos más habituales a que puede acceder un ciudadano son:
•Préstamos rapidos a muy corto plazo e interés fijo
•Créditos personales de largo plazo e interés fijo, con aval nominal
•Hipotecas de muy largo plazo e interés variable, con garantía real
Como curiosidad, ya se habla de la “hipoteca estudiantil” como otro tipo de préstamo que tiene como finalidad atender los gastos de la formación universitaria avalada por el potencial del estudiante. Este tipo de préstamos es muy común en Estados Unidos y hace patente la transformación de nuestra sociedad, donde el endeudamiento es actualmente otra forma de pago.