(dpa) – ¿Quién no conoce estas situaciones? De pronto el jefe hace un comentario poco feliz o una amiga te dice algo que te deja helada. No sabes qué responder y sólo horas después te viene en mente qué podrías haber dicho. Tener una salida irónica o viva en el momento vale oro, pero un rato después no sirve de nada. ¿Es algo que podamos cambiar?
«Es una especie de entumecimiento psicológico, y tiene su raíz en que no tenemos los recursos retóricos necesarios para responder», dice el especialista Sören Al Roubaie.
Esos recursos no son ni una cuestión genética, ni algo con lo que se nace, sino una habilidad que se puede adquirir. Nicole Staudinger ofrece seminarios de «capacidad de réplica» destinados a mujeres. Es más, ha publicado un libro titulado «La reina de la réplica», que entre otras cosas punta a fortalecer la autoestima de las lectoras y de las participantes del taller.
¿Por qué ofrece el curso especialmente para mujeres? Porque su experiencia le indica que es una falta que se da particularmente en los roles femeninos, que fueron educadas desde pequeñas a estar atentas a los grises y a caer en gracia a culaquier precio.
«Como sabemos hablar muy bien entre líneas, también sabemos escuchar lo que nos dicen entre líneas», comenta Staudinger, y eso hace precisamente que no vayamos a la respuesta fácil ni frontal.
Por lo general, comenta, las mujeres tienes el impulso de responder o comentar de algún modo, pero piensan «no puedo decir algo así». Staudinger recomienda decir algo. Ella opina que es mejor admitir que a uno no se lo ocurre nada antes que no decir nada.
En caso de no haber tenido una réplica rápida a un comentario desafortunado o que a uno le cayó mal, es mejor plantear el tema en una conversación, aunque sea una situación desigual. «Si el comentario se dio en un entorno laboral, más vale solicitar una reunión en la que se pueda plantear el problema, porque aunque el otro tenga un puesto de mayor jerarquía o sea el jefe, nadie tiene derecho a herir personalmente a sus subalterno», comenta el asesor Gero Teufert, que ofrece seminarios de retórica, presentación y capacidad de réplica.
Teufert cree que uno puede dar los primeros pasos en distintas esferas. Una es la actitud. «Superar el silencio reducirá el estrés. Primero, exhale profundamente para rebajar tensiones. Es importante tomarse ese tiempo», aconseja. El segundo paso es valerse de recursos de retórica.
Teufert recomienda memorizar algunas respuestas estándar. Si alguien nos dice algo ofensivo como «qué cara de estropeado que tienes», uno puede responder por ejemplo «hacemos buena dupla».
Otra de las técnicas recomendadas por Teufert es «asentir inesperadamente», que consiste en coincidir con el reproche o el comentario que nos esté haciendo la otra persona. Por ejemplo: «Es cierto, tengo una mancha en la pechera de la blusa. Y en la espalda hay otra». Es un ejemplo cualquiera, pero la táctica consiste en demostrar que uno no está dispuesto a que le parezca una catástrofe algo que le está señalando el otro.
Teufert recomienda aplicar técnicas que no perturben la relación con el otro, sino que lleven la tensión o el conflicto a un espacio verbal que quizás propicie una solución. Herir a otros con una respuesta rápida puede parecer muy hábil, pero en el mediano plazo es una estrategia que sirve de muy poco.
«Hy un modo de velocidad de réplica que es interpretado como arrogancia, no más», explica Al Roubaie, que por eso recomienda no «entrar» en cualquier comentario.
Toma como comparación lo que se da en el mundo del rap, donde, según opina el experto, la gracia es superar al otro con las palabras. Al Roubaie advierte que en la vida cotidiana esto no conduce a nada. «Si libras todos los días una batalla con tu jefe, con el tiempo será complicado llevar adelante una negociación salarial», advierte.
Por Inga Dreyer (dpa)