Berlín, 16 feb (dpa) – En el mismo día en que Bosnia-Herzegovina presenta su candidatura para ingresar en la Unión Europea, el director bosnio Danis Tanovic presenta en la Berlinale un alegato proeuropeista con «Death in Sarajevo», una película a favor del entendimiento y el diálogo en los Balcanes.
«Es una señal maravillosa», dijo el lunes en Berlín el filósofo y escritor francés Bernard-Henri Lévy, el autor de la pieza teatral, un monólogo en el que se basó Tanovic para esta película y que repasa la convulsa historia de la antigua Yugoslavia partiendo del asesinato en 1914 del archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo, un atentado que precipitó la primera Guerra Mundial.
«Tanovic aportó sus propias ideas, su mundo, su creación, pero al mismo tiempo la obra viene de Europa», recalcó Lévy.
El realizador, que rueda por primera vez en Sarajevo, construye una parábola del presente y el pasado del país trasladándola al microcosmos de un gran hotel, donde los trabajadores quieren emprender una huelga porque hace meses que no les pagan, justo en el día en el que el hotel se celebra un gran acto europeo.
Mientras en la azotea del hotel los periodistas repasan la historia de la antigua Yugoslavia para un programa televisivo con motivo del centenario de la Primera Guerra Mundial, en los sótanos la mafia intenta coartar a los trabajadores huelguistas con la violencia.
Mezclando el humor y el drama, Tanovic construye un notable ejercicio de historia difícil de seguir para los que no conozcan a los protagonistas de la antigua Yugoslavia.
«Es una película para mi gente», dijo Tanovic en rueda de prensa. «Hay pueblos que miran al futuro, pero nosotros vivimos en el pasado. Ahora parece que no tenemos futuro. Como dice un amigo mío, nuestro pasado da miedo y nuestro presente es insoportable, menos mal que no tenemos futuro», dijo con una sonrisa el realizador, que se considera un optimista.
Nacido en 1969 en la localidad bosnia de Zenica, el autor de la oscarizada «No Man’s Land» asegura que su país tiene «demasiada historia» y su intención al hacer cine es seguir planteando interrogantes para descubrir por qué persiste el odio. «¿Pasa eso en realidad porque somos tan parecidos? ¿Es porque nos vemos igual en el espejo?. Tengo cinco hijos y me preguntan mucho pero no tengo respuestas», señaló Tanovic, que regresa a Berlín tras haber alzado el Oso de Plata hace tres años por «La mujer del chatarrero».
La película de Tanovic fue bien recibida por la crítica, pero no corrió la misma suerte «Alone in Berlin», del director suizo Vincent Pérez, de padre español.
El tercer largometraje de este actor reconvertido en director lleva a la gran pantalla la última novela del escritor alemán Hans Fallada, «Solo en Berlín», centrada en la historia de un matrimonio berlinés que, tras perder su hijo en el frente y desencantados con el nazismo, emprenden una campaña en solitario para luchar contra el régimen.
En este relato plano y construido de forma clásica consiguen sobresalir la actuación de los protagonistas: la británica Emma Thompson y el irlandés Brendan Gleeson. Ellos se meten en la piel de Otto y Elise Hampel, el matrimonio que en la vida real se dedicó a principios de los años 40 a distribuir por Berlín postales con consignas contra el régimen. Tras su captura fueron guillotinados en 1943.
Su caso lo investiga un inspector que encarna el actor hispano-alemán Daniel Brühl, quien el lunes defendió en Berlín la vigencia de la película frente a los movimientos xenófobos que están tomando fuerza en Alemania.
«Desafortunadamente lo que la película trata es muy relevante y actual. En toda Europa y especialmente en este país (Alemania) hay un giro a la derecha y todos tenemos que estar atentos de que no nos contaminemos de esa gente y sus actitudes crecientemente racistas y fascistas. La enfermedad no está erradicada y por eso es importante esta película», dijo Brühl.
«Esta película, apostilló Emma Thompson, es sobre tener valor y sobre decir cosas impopulares, de gente que da la espalda a gente que necesita ayuda, de no poder decir la verdad y eso es muy actual ahora».
Por María Luz Climent Mascarell