(dpa) – La maloliente leche de soja es cosa del pasado. Hoy son la leche de avena o la de guisantes las que prometen en edición barista aportarle una rica espuma al cappuccino.
Las alternativas vegetales a la leche de vaca lograron salir del nicho de las dietéticas. En las góndolas de los supermercados se pueden ver numerosos tipos: junto a leche de almendras, arroz y coco también las hay de castañas de cajú o avellanas, de mijo, de espelta, de centeno, de trigo sarraceno y de semillas de girasol.
Las variantes vegetales se promocionan, entre otras cosas, con el bienestar animal y la protección del medio ambiente. Se dice que son «mejores para el planeta», «puras y vegetales» y «especialmente sustentables».
El tema de si la huella ecológica de estas bebidas es menor al de la leche de vaca fue investigado en varias oportunidades. Las alternativas vegetales suelen obtener mejores resultados.
La Central de Consumidores de Renania del Norte-Westfalia, en Alemania, analizó 71 bebidas vegetales y llegó a la conclusión de que su producción causa claramente menos daños al medio ambiente que la producción convencional de leche de vaca.
Las emisiones de gases de efecto invernadero, por ejemplo, según esta fuente, son entre un cuarto y hasta la mitad de los valores de la leche de vaca. Esto vale sobre todo si los ingredientes provienen de producción regional o no muy lejana. Además, las bebidas -solo la leche de vaca puede ser denominada «leche» en algunos países- son alternativas amables con los animales.
La institución germana criticó, sin embargo, que en muchos envases faltan datos sobre el impacto climático. El cultivo de almendras, por ejemplo, requiere mucha agua, por lo que en ese punto en concreto el balance puede resultar peor que el de la leche de vaca.
La información sobre el consumo de agua, por ejemplo, puede variar fuertemente, de acuerdo a la zona en la que se cultiva y el sistema de riego utilizado. El Instituto de Investigación de la Energía y el Medio Ambiente de Heidelberg (Ifeu), Alemania, determinó en 2020, en referencia a este criterio, que la leche de soja salía peor parada que la de vaca.
En el caso de la sustentabilidad es central la huella de carbono de un alimento. Esta está determinada por la cantidad de gases de efecto invernadero que se generan en la producción y el transporte de un kilogramo.
La investigación del Ifeu determinó para las bebidas de espelta, avena y almendras un valor de 0,3 y para la leche de soja, de 0,4. La producción de leche de vaca genera claramente más gases dañinos para el clima: la leche industrial alcanzó un valor de 1,4 y la leche orgánica, de 1,7.
La Oficina Federal de Medio Ambiente (UBA) de Alemania aconseja en general el consumo de alternativas vegetales. Su balance ecológico es mejor que el de la leche de vaca si se analizan criterios como emisiones de gases de efecto invernadero y superficie necesaria, señala Anne Klatt desde esa entidad.
Recomienda sobre todo las bebidas de cereales, es decir, de avena o de espelta. En cambio aconseja consumir con mayor moderación la leche de almendras, dado que esta, en general, proviene de regiones afectadas por la falta de agua.
Añade asimismo que una bajada en la demanda de leche de vaca puede tener un efecto positivo sobre su producción. Por ejemplo, si esto lleva a un porcentaje mayor de vacas que pueden pastar en el campo.
Klatt rechaza el argumento de que la leche de vaca contiene más proteína y que por eso hay que beber más cantidad de las alternativas para llegar al mismo nivel. «Para ingerir la cantidad necesaria de proteínas también hay a disposición otros alimentos sanos y ecológicos, sobre todo legumbres y cereales integrales», indica.
Respecto de la pregunta de si las bebidas vegetales, que en promedio son más caras, son más sanas hay pros y contras.
La experta en nutrición Silvia Monetti, de la Central de Consumidores de Renania del Norte-Westfalia, sostiene que en cuanto al contenido de nutrientes no se pueden comparar con la leche de vaca. Porque la leche de vaca está destinada en realidad a cubrir la demanda diaria completa de los terneros en crecimiento.
En cuanto al contenido de proteína, la bebida de soja es la que más se acerca. También los extractos de legumbres como guisantes (arvejas) o lupinos aportan más proteína que los de cereales.
Las alternativas vegetales contienen, además, menos calorías, así como también más fibras saludables, y no tienen colesterol, precisa Monetti. Hace referencia asimismo a que existen productos que son enriquecidos con vitaminas, minerales como calcio y micronutrientes. Estos se recomiendan sobre todo para niños y adolescentes, así como para personas cuya alimentación es vegana.
Dado que a algunas bebidas vegetales se les agregan aromatizantes, estabilizantes, emulsionantes y azúcar, es conveniente estudiar bien la lista de ingredientes. Y la tabla nutricional requiere asimismo atención: también las bebidas de avena y de arroz sin azúcar añadida contienen azúcar que se genera durante la fabricación a partir del almidón.
Por Isabell Scheuplein (dpa)