(dpa) – Cuando un niño no quiere comer y protesta frente a cada plato de comida, a menudo la madre o el padre pierden los nervios.
Sin embargo, es aconsejable que los padres permanezcan relajados y no pierdan la calma, señala la revista alemana especializada en la educación de los hijos «Baby & Familie» (número 11/2019).
«Si los padres están estresados, esto siempre se traslada a los hijos. A medida que la madre o el padre se van poniendo cada vez más tensos, también aumenta el nerviosismo del niño», explica Johann Klotter, profesor de Psicología de la Salud y Nutrición de la Universidad de Fulda, en Alemania.
Incluso, con las protestas el niño puede descubrir algo positivo, como por ejemplo desarrollar sus propias preferencias y tomar sus propias decisiones. Este es un componente importante del desarrollo de la personalidad, destaca Klotter.
Sin embargo, aceptar la decisión del niño no significa que los padres deban rendirse, subraya la publicación.
El psicólogo recomienda que desde el principio los padres incluyan a sus hijos en la planificación de sus comidas.
Según Klotter, esto ya funciona con niños de dos años. «Pregúntele a su hijo qué quiere comer y preparen juntos la comida».
Asimismo, el especialista alemán sugiere que los padres hagan las compras junto con sus hijos y les muestren los distintos alimentos.