Berlín, 22 abr (dpa) – Incluso a las personas que trabajan de forma independiente o free-lance les gusta cada tanto ir a la oficina. Los motivos son varios: por la disciplina, la pausa del mediodía junto a otros compañeros o porque simplemente a veces se cansan del homeoffice. Para estos casos sirven las oficinas compartidas o coworking spaces, aunque algunos free-lancers se las arreglan yendo a trabajar cada tanto a un café cerca de su casa.
Los coworking spaces no son otra cosa que lugares donde trabajar. A diferencia de las oficinas comunes, estas son mucho más flexibles. El que así lo desea, puede alquilar allí un puesto de trabajo fijo. Y quien quiere pagar menos, puede elegir cada día un sitio distinto.
Sin embargo, para que un espacio de coworking tenga sentido, debe significar mucho más que trabajar sentado junto a otra persona. La ideal es también que se establezcan redes e intercambios con otras personas.
Es decir: la idea es que se trate de una verdadera red y no sólo de un cúmulo de escritorios. Una red que permita conocer a otras personas, trabajar junto a ellas o simplemente pedirles una segunda opinión.
Estos espacios se multiplican cada vez más y ya no son una rareza en las grandes ciudades. Una de las ciudades del mundo donde se impuso esta tendencia es Berlín, donde por 50 a 100 euros se puede acceder a un espacio mensual en un coworking space. Se estima que en Alemania hay actualmente unos 460 coworking spaces con unos 31.000 espacios de trabajo.
Los especialistas en relaciones laborales advierten un gran cambio en la forma en que las personas quieren trabajar hoy en día. Y esto ya no corre solo para los free-lancers: en algunas cadenas alemanas de coworking, como Wework, el 30 por ciento de los puestos están tomados por grandes empresas.
¿Y este fenómeno a qué se debe? Las grandes empresas envían allí a sus equipos o secciones especialmente innovadores y a veces solo a algunos individuos o grupos conformados para un proyecto. Y lo hacen por varios motivos: Por un lado, el nuevo ambiente, libre y descontracturado, invita a la inspiración. Además, este lugar alejado de la oficina de todos los días puede tener otros beneficios: si se está lejos de la rutina, es más probable que aumente la capacidad de concentración. Y esto es útil sobre todo cuando se está cerca de una fecha de entrega.
Entonces, ¿se terminaron los tiempos en los que los independientes podían trabajar en paz en los cowroking spaces? De ninguna manera. La idea es que ellos sigan allí. De lo contrario, no estaría funcionado el principio de estos lugares.
Por Tobias Hanraths (dpa)