PHILIPSBURG (dpa) – Colinas verdes emergen del mar de color turquesa. Olas resplandecientes golpean la playa blanca. Palmeras se mecen en los vientos alisios. Así se ve la isla caribeña de San Martín desde el avión. Un paraíso de película aparentemente normal. Durante el descenso, el avión pasa sobre Maho Beach. Una carretera estrecha separa la pista de aterrizaje de la playa. Abajo, avistadores de aviones saludan con la mano, sacan fotos y sujetan sus sombreros. Sin embargo, algo ha cambiado: una catástrofe asoló el paraíso.
Hace un año, el huracás «Irma» devastó las Antillas Menores, en el este del Caribe. A estas islas pertenece también San Martín, administrada por dos gobiernos. Cólon descubrió la isla el día de San Martín de 1493. Hoy, la región sur de San Martín es un Estado autónomo que forma parte del reino de los Países Bajos y se llama Sint Maarten. La mayor parte de la isla, en el norte, se llama Saint Martin y forma parte del territorio francés de ultramar.
El 6 de septiembre de 2017, la tormenta arrasó la pequeña isla con vientos de casi 300 kilómetros por hora. Nunca antes se había registrado un huracán más potente en el Atlántico abierto. Quince personas murieron en San Martín, once en la parte francesa y cuatro en la parte holandesa. Los daños materiales ascendieron a miles de millones de dólares. Casi todos los edificios sufrieron daños, también el aeropuerto internacional Princesa Juliana, en la parte sur de la isla, el mayor de los dos aeropuertos de San Martín. Los pocos turistas que visitan la isla llegan a una carpa sobredimensionada que sirve como sala de llegadas provisional.
En la pequeña capital de San Martín, Philipsburg, es imposible no ver las huellas de la devastación: coches abollados, árboles caídos, casas reducidas a ruinas. En la Simpson Bay Lagoon todavía yacen decenas de barcos hundidos. Muchos bares de playa, comercios y restaurantes permanecen cerrados. El paraíso ha sufrido más que algunos rasguños.
En las dos partes de la isla de San Martín, el turismo representa alrededor del 90 por ciento del producto interior bruto. El complejo turístico «Divi Little Bay Beach Resort» permaneció cerrado durante ocho meses. La marea había inundado la planta baja del complejo. «Una pesadilla», recuerda la directora de ventas, Joan Samson. «Tuvimos que evacuar a 206 turistas. Por todas partes había pedazos de vidrio y la piscina estaba llena de árboles».
En agosto, 34 hoteles en San Martín con habitaciones para 3.900 turistas estaban funcionando nuevamente, alrededor de un tercio del total. El objetivo es llegar al 70 por ciento en marzo de 2019.
En la piscina reconstruida del «Divi Resort» hay tumbonas completamente nuevas. Chuck y Thea Gedrich están sentadas en dos de ellas. La pareja, originaria de Chicago, lleva 30 años viajando al Caribe. La isla de San Martín sigue siendo su destino favorito. Según Cuck y Thea, las 37 playas de la isla son tan fantásticas como antes. El agua cristalina y los corales no han desaparecido.
Sin embargo, los clientes habituales echan de menos los restaurantes de playa de Oyster Bay. «Cinco y seis bares de playa fueron completamente arrasados», dice Chuck meneando la cabeza. «Admiro la fuerza de esta isla. La gente es resistente».
«Irma» golpeó duramente a los aproximadamente 78.000 habitantes de la isla. Sin embargo, la gente sobrelleva su destino con asombrosa alegría. «Los huracanes, al igual que el sol, forman parte del Caribe», dice Samuel Alexander, quien perdió su casa, su coche y su restaurante. Sin embargo, la familia está bien y con la ayuda de algunos amigos reconstruyó su casa. Además, Alexander encontró un nuevo empleo como portero.
En la parte holandesa de la isla han desaparecido muchas de las tradicionales casas de cedro multicolores con sus típicas tallas artesanales caribeñas. Antes de la crisis económica había aquí un animado mercado al aire libre. Joseph LeBlanc espera en el puerto a los pasajeros de un crucero para ofrecerles su artesanía. Desgraciadamente, tampoco hoy atraca ningún barco.
La terminal de cruceros permaneció totalmente cerrada durante 13 largas semanas. Desde diciembre pasado, los barcos están volviendo poco a poco. Los cruceros son un salvavivas para la castigada isla. La autoridad portuaria prevé para la temporada de invierno 2018/19 una recuperación del número de pasajeros de antes del huracán.
Información básica: San Martín
Clima: La temporada de lluvias, durante la cual pueden formarse huracanes, comienza en junio y termina en noviembre. La temporada seca va de enero a abril. San Martin recibe el mayor número de turistas en febrero, cuando la isla celebra su carnaval, y en mayo, cuando los aficionados a la vela acuden a la Regata Heineken.
Cómo llegar: A partir de finales de octubre, Air France volará cinco veces a la semana de París al aeropuerto internacional Princesa Juliana. La compañía KLM operará desde Ámsterdam tres vuelos a la semana. Para entrar basta con presentar un pasaporte cuya validez cubra la estancia en la isla.
Alojamiento: Antes del huracán «Irma», la isla ofrecía todo tipo de hoteles y casas de vacaciones de todas las categorías. Actualmente, la oferta aún está limitada. Durante el proceso de reconstrucción, algunos complejos turísticos ofrecen tarifas especiales.
Moneda: El florín antillano es la moneda oficial en la parte holandesa de San Martín, aunque también se aceptan dólares. Generalmente, los precios se indican en ambas monedas. Un florín antillano equivale a 0,47 euros o 0,55 dólares. En la parte francesa, los pagos se efectúan en euros.
Informaciones: Sint Maarten Tourism Department, Krippa Commercial Building, 6 Juancho Yrausquin Boulevard, Philipsburg (email: info@e-stmaarten.com, www.vacationstmaarten.com). Office de Tourisme de Saint Martin, Route de Sandy Ground, Marigot, 97150 Saint-Martin (email: contact@iledesaintmartin.org, www.st-martin.org)
Por Heike Schmidt (dpa)