Tel Aviv, 14 sep (dpa) – Miembros de la unidad de élite del Ejército de Israel más valorada del país, en la que sólo entran los mejores, se niegan a seguir espiando a palestinos, algo que ha provocado que sus colegas los traten como traidores.
Las dudas llegaron al soldado israelí «D» con una película alemana. Estaba viendo «Das Leben der Anderen» (La vida de los otros), un drama ambientado en la antigua Alemania Oriental en el que un miembro del aparato de la seguridad estatal espía a una pareja de artistas y los destruye.
«D» sintió compasión por las víctimas, cuya esfera privada -un derecho fundamental- les había sido usurpada. De repente se dio cuenta: se reconocía en el papel de miembro de la «Stasi» (la policía secreta de la Alemania comunista). «Nosotros hacemos lo mismo. Sólo que somos mucho más eficientes», dijo «D» a la página de noticias israelí «ynet».
«D», que no quiere ser identificado con su nombre completo, es un reservista de la unidad de élite israelí 8.200, la unidad del Ejército que recaba información. El viernes, 43 de sus integrantes se dirigieron a la opinión pública desatando todo un revuelo en el país.
Lo hicieron a través de una carta en la que estos espías, considerados los mejores del país, anunciaron que no iban a seguir espiando a los palestinos. «No podemos, en paz con nuestra conciencia, continuar sirviendo en este sistema y violar los derechos de millones de personas», señala.
La página de noticias israelí «ynet» habló con seis de los firmantes, que han estado durante un año reflexionando sobre si publicar esta carta. Desde el punto de vista moral, dijo «D», no podíamos continuar haciendo el trabajo que estábamos haciendo.
En la entrevista, los soldados hablan abiertamente de su labor como escuchas. Se les pidió que estuvieran atentos sobre todo a los detalles «picantes». «Como por ejemplo si había problemas financieros, orientación sexual o una enfermedad grave en la persona escuchada o en la familia» dijo «N», una reservista que también firmó la carta. «Si eres homosexual y conoces en una esquina a alguien a quien Israel persigue, entonces Israel convierte tu vida en un infierno».
«N», una traductora del árabe, trabajó para el equipo que era responsable de las informaciones sobre objetivos militares del Ejército en la Franja de Gaza. Ella seguía a través de las pantallas lo que ocurría cuando la Fuerza Aérea israelí disparaba contra estos objetivos. Durante los segundos que seguían al estallido de la bomba había silencio sepulcral en la sala, «pero cuando dábamos en el blanco, estallaban los aplausos y las expresiones de alegría», recordó «N». A nadie le interesaba si en el ataque se había matado también a civiles.
La sociedad israelí, señalan los soldados, vive en la creencia de que sólo los potenciales terroristas están en el punto de mira de los espías. Pero una gran parte de las escuchas se realizan a civiles inocentes que no tienen que ver con la violencia contra Israel. Es por ello que estos objetores se han sentido con el deber de contarlo.
Pero hasta el momento han encontrado poca gratitud por lo hecho. El diario «Maariv» cita a un ex comandante de la unidad que señala: «Si eso es verdad y yo fuese su comandante les llevaría ante la justicia y pediría que les encarcelaran».
La televisión israelí informó que hay colegas de los soldados que están sumamente enojados con ellos por la misiva. Y una Organización No Gubernamental de corte ultraderechista pidió expulsar a los soldados sin honores.
Pero no sólo sus compañeros y asociaciones han criticado a los objetores, también personas próximas. «Mi familia -dijo «N»- no apoya que haya suscrito esta carta. Me ven como si yo fuera una extremista».
Por Alexandra Rojkov