Berlín, 12 oct (dpa) – Independientemente del resultado de las elecciones de Baviera este domingo, Markus Söder ya logró un hito histórico el pasado mes de marzo al ser elegido primer ministro de este rico estado del sur de Alemania, lo que lo convirtió en el más joven de la historia en el cargo con 51 años.
Miembro de la Unión Cristianosocial (CSU), el partido hermano de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel, este político conservador lleva ocupando numerosos cargos en la formación desde hace 35 años y era hasta mediados de marzo titular de Finanzas del próspero y tradicional «Land» de Baviera.
Desde su elección tuvo que luchar para evitar el declive de la CSU, a la que los últimos sondeos auguran una fuerte caída. El partido que ha gobernado Baviera desde hace más de 70 años, casi siempre con mayoría absoluta, ha caído al 33 por ciento de los votos.
El resultado podría costarle el puesto tanto a Söder como al líder del partido, Horst Seehofer, quien es también ministro del Interior de Alemania, pero además tener repercusiones en la coalición de Gobierno de Merkel.
Söder sucedió a Seehofer y se enfrentó a un grave dilema: parecer lo suficientemente derechista como para evitar que demasiados votantes de la CSU apoyen al partido populista de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD) pero a la vez lo suficientemente moderado como para ganar votantes en el centro y evitar su fuga hacia otras agrupaciones como Los Verdes, a los que los sondeos sitúan como segunda fuerza política.
Söder es un rostro conocido en toda Alemania. Sus habituales apariciones en platós televisivos no pasan desapercibidas. Sus críticos lo acusan de mantener una línea dura, de ser populista, provocador y cercano a la derecha más recalcitrante.
«Hay que ser capaz de que estas críticas no le afecten a uno. Cualquiera que me conoce sabe que estas descripciones no se ajustan a mi persona», alega en su defensa.
Al igual que su predecesor en el cargo, Söder se ha convertido en un aliado complicado para la canciller. De su fragor en la batalla da cuenta la lucha de poder que mantuvo en los últimos meses con Seehofer, a quien consiguió desbancar finalmente del poder en Baviera.
«Describir a Söder y a Seehofer como rivales sería un término demasiado amistoso, calificarlos de enemigos íntimos sería más adecuado. Se han estado peleando durante años», escribió recientemente el diario económico alemán «Handelsblatt».
«En en una fiesta de Navidad de la CSU, Seehofer una vez sermoneó a Söder, a quien acusó de estar consumido por la ambición y de debilidad de carácter», agregó el rotativo. Ahora está por ver, si los dos acaban teniendo que decir adiós a sus cargos después del resultado electoral de este domingo.
Por Almudena de Cabo (dpa)