Haifa (Israel) (dpa) – En la cubierta se ven sangre, piernas, brazos y hasta una cabeza de utilería esparcidos en el suelo. No se trata de la escena de una película de terror sino de parte de un simulacro internacional que tuvo lugar en el puerto de Haifa, con el que Israel se preparó para afrontar el desastre que podría provocar por un gran terremoto.
Por estar ubicado sobre la falla del Mar Muerto, una zona de fricción de las placas tectónicas, Israel tiene que estar preparado, señaló el general Gil Aginski, comandante de la base naval de Haifa. «Existen grandes probabilidades de que allí donde se produjeron terremotos mortales esto vuelva a ocurrir«, añadió.
En 1837 un seísmo de 6,5 grados de magnitud en la escala Richter sacudió la región de Galilea, lo que actualmente es el norte de Israel, y provocó la muerte a unas 6.500 personas.
Noventa años más tarde, un terremoto de 6,2 grados en la escala de Richter volvió a sacudir al país, esta vez en la región norte del Mar Muerto, y dejó como saldo unos 500 muertos y 700 heridos.
Pequeños movimientos sísmicos registrados los últimos años han suscitado preocupación sobre un gran terremoto que previsiblemente se avecina y también debates sobre si Israel está preparado para afrontarlo.
En julio de 2018, cuando se registraron seísmos menores en el país, Amotz Agnon, profesor del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Universidad Hebrea de Jerusalén, advirtió que acontecerá un fortísimo terremoto. Cuándo, dónde y de qué magnitud será no está claro, comentó Agnon en una entrevista realizada por el Proyecto Israel.
Ese mismo mes, Yosef Shapira, por entonces revisor de cuentas del Estado, indicó que Israel no estaba preparado para afrontar un terremoto de gran envergadura.
Los simulacros de Haifa ayudan a los soldados a entrenarse para manejar una situación de bajas masivas a bordo de un barco en caso de producirse un terremoto.
«Utilizamos estas maniobras para practicar cirugía en alta mar. Normalmente tenemos una sala de operaciones y una unidad de cuidados intensivos que podemos instalar dentro de la embarcación», explicó Itamar Netzer, cirujano de la marina israelí, y añadió que los simulacros en cooperación con otras naciones aumentan la capacitación.
La maniobra fue coordinada por la armada israelí junto con la sexta flota estadounidense y contó con la participación de las armadas francesa y griega. Por su parte, Alemania, Reino Unido, Canadá, Italia, Chipre, Chile y la OTAN enviaron equipos de observación. Esta fue la mayor maniobra de entrenamiento de este tipo liderada por Israel.
Como parte del simulacro, denominado «Olas poderosas», los soldados practicaron el rescate de heridos en la costa y su traslado al barco para proporcionarles tratamiento médico en situaciones en las que los hospitales y la infraestructura terrestre se encuentren dañados.
«Las operaciones navales son inherentemente complejas y difíciles, especialmente cuando se realizan en cuatro idiomas distintos», observó Kelly Jones, oficial al mando del buque estadounidense USS Donald Cook, que participó en el simulacro. «Cuantas más maniobras realicemos juntos, más ágiles y efectivos seremos como equipo internacional en el dinámico entorno de seguridad actual» agregó.
El simulacro de Haifa se basó en el escenario de un terremoto de 7,5 grados que afecte la cuenca oriental del Mar Mediterráneo, con epicentro en el valle de Beit Shean, en el norte de Israel.
El escenario recreó una situación en la que el terremoto hubiese causado miles de muertos, dañado cientos de edificios y dejado a más de 150.000 personas sin hogar. En ese caso Israel procedería a declarar el estado de emergencia y pediría apoyo internacional. A continuación, Estados Unidos, Francia y Grecia enviarían ayuda médica y humanitaria por aire y mar.
Un informe publicado en 2016 por la Subcomisión para la preparación del Frente Nacional del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa de Israel estima que un terremoto de 7,5 grados de magnitud provocaría la muerte de 7.000 personas y dejaría 8.600 heridos y hasta 377.000 personas sin hogar.
Además, semejante desastre causaría daños por valor de 200.000 millones de shekels (57.500 millones de dólares).
Tras la publicación del informe, hace ahora tres años, las autoridades anunciaron que tomarían diversas medidas para mejorar la preparación del país ante un gran seísmo. Entre ellas figuran la instalación de sistemas de alerta temprana contra terremotos en las zonas más vulnerables, la modernización de los sistemas sísmicos del Instituto Geofísico de Israel así como simulacros.
Según Aginski, tras el buen resultado de la maniobra internacional, la armada tiene previsto realizar otro simulacro con participación internacional en 2020. Citando al famoso Aristóteles, Aginski recalcó: «El todo es más que la suma de sus partes«.
Por Tamara Zieve (dpa)