Passau, 8 nov (dpa) – Los seis miembros de una familia afgana necesitan casi un mes para huir hacia Europa. Hasta la frontera austríaca logran permanecer juntos, pero ahí, al igual que ellos, miles de personas intentan desesperadamente subir a uno de los autobuses que los llevarán al destino esperado, la vecina Alemania.
Y justamente en medio de ese caos sucede: de los seis integrantes solo cuatro siguen juntos, cuenta Ali Ghazni, de 34 años, sentado en un catre de un alojamiento de refugiados en Passau. En la ciudad alemana también están su esposa, su hija de cuatro meses y su sobrina Rehana, de ocho años. Pero no están los padres de Rehana. Ellos se perdieron en la multitud, relata Ghazni en un pobre inglés.
Las huidas provocan a menudo situaciones desgarradoras para muchas familias. «Todos conocen las imágenes de la ruta de los Balcanes», dice Martin Rentsch, portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en Berlín. Está claro, «que en estas situaciones de caos haya gente que se pierda», agrega.
«Sucede siempre y en todas partes», apunta Günter Burkhardt, el director de la organización de ayuda al refugiado Pro Asyl. Las separaciones familiares son un «problema real». Un problema que ya comienza en el viaje en barco desde Turquía a Grecia. El barco se hunde, una parte de la familia es rescatada y regresa a Turquía y otra parte logra llegar a Grecia, indica.
Estas personas, en su mayoría sin ninguna pertenencia, pierden además a seres queridos o personas de confianza. Cada vez con mayor frecuencia hay niños que viajan solos y son trasladados a centros para menores.
Rehana se encuentra desde hace una semana en un centro de refugiados en Passau, un sitio que en realidad solo es de tránsito antes de que los refugiados sean distribuidos en toda Alemania. Es una niña muy delgada para su edad pero ya es conocida entre algunos miembros de la policía federal. Se generó una «familiaridad», dice Martin Brink, quien habla unas palabras de dari. Con un «¿cómo estás?» en su lengua materna logró arrancarle una sonrisa a la pequeña. Y entre tanto, ella ya responde en alemán: «Todo bien».
Ahora está todo bien, pero hasta hace unos días la situación era diferente. Rehana tenía mucho miedo de no ver más a sus padres, manifiesta Ghazni. «Ella extraña a su madre y su padre», aclara el tío, cuya hija tuvo que ser hospitalizada unos días en Passau por problemas de corazón. Ahora ya está todo en orden, dice el padre.
Durante tres días, no sabían si los padres de Rehana habían llegado a Alemania. Pero luego, Ghazni logró comunicarse con su cuñada a través de Internet. Y entonces supo que la madre de la pequeña se encontraba en Halberstadt. La ciudad en el estado de Sajonia Anhalt tiene 40.000 habitantes y allí se ha instalado un centro de acogida para los refugiados.
Los padres de Rehana esperan ahora que su hija se una a ellos junto con su tíos.
Internet es para muchos la mayor oportunidad de reencontrarse con su familias. En caso de que los afectados no logren encontrar a sus allegados, el servicio de búsquedas de la Cruz Roja alemana (DRK) ofrece la posibilidad de restablecer el contacto entre las personas que han sido separadas por los conflictos.
El proyecto «Trace de Face» (Encontrar el rostro), creado en 2013, está destinado a familias que han perdido el contacto con alguno de sus miembros en camino o en algún lugar en Europa. En la página web se pueden publicar fotos de personas que buscan a familiares para poder restablecer el contacto.
En 2014 se lograron contactar en 74 casos en Alemania y este año, hasta fines de octubre fueron 114, indica Schütz.
Un objetivo similar persigue la organización «Refugiados Unidos» con su aplicación web «Refunite», en la que ya se han registrado unos 405.000 usuarios que pueden dar a conocer características individuales para que las personas buscadas puedan ser identificadas por amigos y familiares.
Rehana tuvo suerte. No tuvo necesidad de hacer uso del servicio de búsquedas de la Cruz Roja, ni de «Refunite». «Se siente muy feliz», asegura su tío.
Por Michel Winde (dpa)