Berlín (dpa) – Las federaciones de fútbol raramente publican ofertas de empleo para sus puestos de dirección, pero el perfil exigido para ser el próximo jefe de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) es bastante exigente.
La persona -hombre o mujer- elegida debe tener amplios conocimientos futbolísticos, grandes dotes diplomáticas y mano firme para llevar a cabo amplias reformas organizativas.
El candidato debe hilar muy fino para satisfacer las necesidades de decenas de miles de jugadores aficionados y, al mismo tiempo, perfeccionar la ventaja profesional de una de las selecciones nacionales con más éxito del mundo.
A nivel internacional la tarea no es más sencilla: Las negociaciones en el seno de los órganos de gobierno de la UEFA y la FIFA -cuyas aguas están políticamente infestadas de tiburones- deben ser llevadas a cabo de forma segura.
¡Ah! Y además, Alemania será el país anfitrión de la Eurocopa en la que participarán 24 equipos en poco más de cinco años.
Los vicepresidentes de la Federación Alemana de Fútbol, Reinhard Rauball y Rainer Koch, han tomado las riendas de forma provisional, al igual que hicieron tras la dimisión de Wolfgang Niersbach en 2015, a raíz del escándalo de la financiación de la Copa Mundial de Fútbol de 2006.
El tiempo no juega a favor en la búsqueda de un nuevo presidente permanente: El congreso de la FIFA tendrá lugar a principios de junio y la asamblea de la DFB -en la que debería ser ratificado el nuevo líder- el 27 de septiembre.
Philipp Lahm, capitán ganador del Mundial de Brasil 2014, ha sido propuesto para el cargo ya que además de las credenciales futbolísticas necesarias cuenta con la exitosa experiencia de la candidatura germana a la Eurocopa 2024.
Pero está bien retribuido como hombre de negocios y goza de un nivel de independencia que no tendría si se trasladara a la sede de la Federación Alemana de Fútbol.
También Thomas Hitzlsperger se ha ganado el respeto por su carrera una vez retirado del campo, al igual que el ex defensa del Schalke y del Real Madrid Christoph Metzelder, actual presidente del TuS Haltern.
Sobre este último, Harald Stenger, ex portavoz de la DFB, declaró a la radioemisora «Deutschlandfunk» que «es un hombre con compromiso social, con contactos políticos».
Sin embargo, minimizó las posibilidades de que el ex jugador de 38 años liderara la Federación Alemana de Fútbol. «Se busca a alguien de fuera, que sea completamente neutral», dijo Stenger.
Por su parte, Matthias Sammer, ganador del Balón de Oro en 1996, tiene carácter de sobra para el puesto y el campeón mundial de 1990 Rudi Völler demostró ser una eficaz solución de emergencia como entrenador de la selección nacional en el año 2000.
Y seguro que aún surgirán más nombres, con carreras futbolísticas menos exitosas pero con otros puntos a favor, como posibles candidatos.
A pesar de la crisis por su desastrosa actuación en el Mundial de Rusia 2018 y el descenso a segunda división en la Liga de Naciones, la selección alemana es en realidad la menor de las preocupaciones para el presidente entrante.
Joaquim Löw continúa como entrenador, está renovando al equipo y, si todo va bien, prácticamente habrá conseguido la clasificación para la Eurocopa 2020 antes de que se nombre al próximo presidente.
En cualquier caso, al jefe del fútbol alemán no le faltará trabajo. Tendrá que lidiar con temas como los detalles de las ligas regionales de cuarta división hasta la construcción de la Academia de la DFB -por un costo de 150 millones de euros (168,3 millones de dólares)-.
«El fútbol alemán necesita ahora muchas cosas y una tediosa discusión sobre el nombre por elegir no es una de ellas», declaró Peter Frymuth, vicepresidente de la DFB, al periódico «Rehinische Post». «La DFB debe tener como prioridad revaluar sus estructuras y seguir desarrollándose», agregó.
Frymuth opinó que el sucesor de Grindel debe ser alguien «que represente al fútbol en su totalidad, que aúne los diversos intereses y proporcione impulso para el futuro».
Por Derek Wilson y Arne Richter (dpa)