(dpa) – El testigo Walter Petzold, un preso político, estaba seguro: los asesinatos en la cámara de gas del campo de exterminio de Auschwitz comenzaron en el otoño (boreal) de 1941.
Unos 850 prisioneros de guerra fueron «metidos a golpes» en un búnker hermético, contó el testigo ante un tribunal en el primer juicio por los asesinatos en el campo nazi el 26 de marzo de 1964. A continuación se echó el gas zyklon B -un pesticida letal- a través de unas tuberías.
El testimonio de Petzold, que fue registrado con grabadora, será reproducido el próximo jueves en el Archivo Estatal del estado de Hesse, donde han sido digitalizadas las 103 cintas del juicio. Se da prácticamente por seguro que estos testimonios de audio únicos y las 454 actas del juicio serán incluidos en el Programa de la Memoria del Mundo de la ONU.
La comisión alemana de la Unesco ha solicitado a la dirección general en París el ingreso de estos documentos en el registro mundial. La votación será celebrada probablemente el próximo año en París y hasta ahora nunca fue rechazada una propuesta de Alemania. El registro cuenta con 348 testimonios a nivel mundial, 22 de ellos de Alemania.
El juicio de Auschwitz de 1963 está considerado un punto de inflexión sobre cómo los alemanes se enfrentaron a los crímenes del nacionalsocialismo.
Tras años de reprimir el sombrío pasado nazi y gozar del «milagro» económico, los alemanes se vieron confrontados por primera vez con los horrores del genocidio judío en los campos de concentración.
En el banquillo de los acusados se sentaron 22 personas, incluidos oficiales y guardias. Más de 300 testigos prestaron declaración durante los 20 meses de duración, entre ellos 181 sobrevivientes de Auschwitz.
El juicio terminó con condenas relativamente blandas. Pero le siguieron hasta hoy procesos por los crímenes de entonces, lo que resalta su carácter simbólico.
El principal impulsor del juicio de Auschwitz fue el fiscal Fritz Bauer, un judío que huyó a Suecia durante el nazismo y que luchó contra una férrea oposición interna en Alemania para llevar a los asesinos ante los tribunales.
La posibilidad de que estos documentos sean incluidos en el registro de la memoria mundial es una señal importante al mundo de que Alemania sigue asumiendo su responsabilidad por los crímenes del nazismo y por el Holocausto, sostuvo ayer el ministro de Ciencias de Hesse, Boris Rhein.
«Sin duda, estos documentos pueden ser llamados patrimonio cultural mundial», afirmó Werner Konitzer, presidente del Instituto Fritz Bauer, que investiga el genocidio judío.
En la página web del instituto se puede acceder desde hace algunos años a las trascripciones de 430 horas de grabación. Además hay unas 100 horas de citas de audio de los interrogatorios. El tribunal del juicio de Fráncfort quiso borrar las cintas, pero el entonces ministro de Justicia de Hesse lo impidió.
Casi más aterrador que los documentos del juicio son algunos detalles de las investigaciones previas. En el expediente número 86, el juez Heinz Düx relata lo que encontró en una inspección hecha medio año antes del juicio, a principios de 1963, al ex campo de Auschwitz-Birkenau.
Düx tiró de una caña de los restos de una gran hoguera hecha por los nazis porque los crematorios no daban abasto. Al sacar la planta se dio con un hueso humano. Según los historiadores, allí fueron arrojados vivos al fuego unos 400 niños húngaros.
Por Thomas Maier