(dpa) – La felicidad tiene el color del ámbar, un suave sabor a malta y cuesta solo 2,40 euros (2,86 dólares). En lo alto de la colina se yergue el palacio de Unteraufsess y abajo, en la terraza de la fábrica de cerveza Rothenbach los visitantes disfrutan del sol y de una buena cerveza negra, de una tipo pilsen, tipo zwickl o de una de trigo de esta fábrica privada.
La cantina no es la única de la zona en la que aún se vende la cerveza propia. Con cuatro fábricas, el pueblo de Aufsess y los de sus alrededores, en el norte de Baviera, tienen el récord del mundo por ser la región con la mayor concentración de fábricas de cerveza por habitante.
En una ruta de senderismo de 14 kilómetros se pueden descubrir y catar sus cervezas. Y de paso, conocer Franconia. La región, con sus montes, sus praderas, sus cuevas, riachuelos y más de 70 castillos y palacios, tiene mucho que ofrecer.
La cerveza artesanal, que cada vez se produce más en las grandes ciudades desde hace unos años, se conoce en esta zona desde hace siglos: en la Alta Franconia hay más de 200 fábricas de cerveza artesanal y 70 de ellas están en la región llamada la Suiza Francona.
Después de probar el primer medio litro de cerveza en Aufsess, hay que ganarse el segundo. Para ello se deben seguir durante 5 kilómetros los indicadores del camino en dirección Sachsendorf.
El pueblo de Neuhaus impresiona por sus montañas. En la salida de la localidad, un par de familias con niños tratan de escalarlas. Y no solo aquí, pues la escalada es tan típica en la Suiza Francona como la cerveza.
El camino de Neuhaus a Sachsendorf no es demasiado largo y al llegar al centro del pueblo los largos bancos de la terraza de la fábrica de cerveza Stadter ya están bastante llenos.
Los visitantes que procedan de ciudades grandes se impresionarán por los bajos precios: medio litro de cerveza Stadter, con su suave sabor, cuesta solo 2,20 euros. Y lo mismo ocurre con la comida. Por 7,90 euros se puede disfrutar los fines de semana del tradicional «Schäufele», un plato de la Franconia a base del homóplato del cerdo.
La segunda etapa de la ruta continúa desde Sachsendorf hacia Hochstahl y, al igual que la primera parte, se extiende 5 kilómetros. El camino discurre entre campos de trigo y de maíz, y en verano también está repleto de girasoles.
Finalmente también hay un tramo de bosque hasta llegar a la cervecería Reichold, nada más entrar en el pueblo de Hochstahl. Los senderistas pueden elegir aquí entre cuatro tipos diferentes de cerveza y numerosos asados alemanes.
Tras diez kilómetros y un litro y medio de cerveza en el cuerpo, uno agradece encontrarse ya en la tercera etapa y que la mayor parte del camino haya quedado atrás.
El camino de dos kilómetros serpentea entre bosque y praderas hasta el pequeño pueblo de Heckenhof. Aquí se encuentra la idílica cervecería Kathi-Bräu, llamada así por la directora, Kathi Meyer. La vieja fábrica de cerveza artesanal está cubierta por hiedra y su terraza se encuentra rodeada de árboles. Su cerveza negra, similar a una radler, tiene un sabor espectacular.
La última etapa, de dos kilómetros, conduce de nuevo a Aufsess. El camino se acerca al pueblo desde arriba por lo que se puede disfrutar de una bonita vista del palacio del siglo XI. Y la ruta termina justo donde comenzó: en la cervecería Rothenbach.
Por Felicitas Wilke