Moscú/Kazán, 30 jun (dpa) – El Mundial de Rusia fue para la selección argentina un vía crucis, una agonía casi permanente que, más allá de una esperanza provisional que alumbró hoy en Kazán, acabó chocando con la dura realidad francesa.
O, mejor dicho, con la dura realidad argentina. Porque el peor enemigo de la albiceleste en Rusia fue la propia Argentina. Y las explicaciones no están en el digno 4-3 sufrido hoy ante la Francia del bestial Kylian Mbappé.
Fue un torneo de turbulencia constante para el equipo de Jorge Sampaoli. Desde su misma clasificación, en aquella jornada dramática en Quito con un Lionel Messi salvador. O incluso antes, con los tres cambios de entrenadores en la eliminatoria sudamericana, el abandono de los juveniles o la anarquía institucional en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
No siempre el caos dirigencial o las divisiones tienen su reflejo inmediato en el nivel de un seleccionado, como ha demostrado la propia Argentina a lo largo de su historia. Título mundial de 1986 incluido. Pero en algún momento, las facturas se pagan.
El Mundial de Rusia fue una improvisación permanente para Argentina. El equipo llegó casi sin amistosos de preparación: solo un irrelevante encuentro de despedida ante Haití en Buenos Aires antes de que se cancelara el choque en Israel en medio de un escándalo diplomático. Y también sin un esquema ni un once definido, producto de los cambios permanentes de un Sampaoli que hoy aparece muy señalado y cuyo futuro al frente del equipo es una incógnita. El último de ellos, el ingreso de Cristian Pavón por Gonzalo Higuaín y la colocación de Messi, sin éxito, como falso nueve.
Los rumores de divisiones, muchos de ellos maliciosos o simplemente falsos y multiplicados a través de las redes sociales y el WhatsAppp, hicieron el resto.
La agónica victoria ante Nigeria en el minuto 86 en San Petersburgo el martes pasado dio una vida más a Argentina, pero no mucho más que eso. Francia demostró, muy pronto, ser demasiado para una Argentina frágil. La defensa albiceleste, sobre todo Marcos Rojo y Nicolás Tagliafico, sufrió lo indecible ante cada zancada de Mbappé, Paul Pogba o Antoine Griezmann. Y la diferencia física y técnica entre algunos jugadores acabó haciéndose evidente.
Argentina luchó tozuda contra un destino que parecía anunciado y logró remontar con un Ángel Di María que vivió una pequeña reinvidicación y Gabriel Mercado. Pero apareció Mbappé para devolver a la albiceleste a su realidad.
El partido marca, definitivamente, el adiós de una generación. Comenzando por Javier Mascherano, que confirmó su retiro apenas concluido el partido en Kazán. «Es hora de decir adiós, a partir de ahora seré un hincha más», dijo con lágrimas en los ojos Mascherano a la Televisión Pública Argentina.
A él podrían unirse muchos otros de los históricos que no lograron ningún título con Argentina y que ya no tendrán seguramente revancha de las finales perdidas en el Mundial 2014, la Copa América 2015 y la Copa América 2016. La gran incógnita que queda es si ello incluirá o no a Messi.
Por Tomás Rudich (dpa)