Lille (Francia), 12 ago (dpa) – La selección alemana de balonmano masculino afronta el futuro a partir de hoy con gran optimismo a pesar de la paliza sufrida este domingo en la final olímpica contra Dinamarca.
«Hemos demostrado que tenemos una mezcla muy buena y que los jugadores jóvenes están asumiendo mucha responsabilidad. Queda mucho por hacer. Todavía hay mucho potencial», declaró el extremo izquierdo Rune Dahmke, que a sus 31 años fue uno de los jugadores más veteranos de la selección olímpica alemana.
El equipo del seleccionador nacional Alfred Gislason intentó dejar atrás rápidamente la derrota por 39-26 en la final. El orgullo por sus excelentes actuaciones olímpicas contra Francia y España era demasiado grande para que una pésima actuación empañara el optimismo.
«Tenemos un equipo con futuro. Uno que promete y que no ha jugado una final por última vez», anunció el guardameta Andreas Wolff.
Desde que asumió el cargo en 2020, Gislason se ha visto obligado a rejuvenecer el equipo. «He asumido riesgos. Sustituimos a casi todos, salvo a dos o tres jugadores. No había alternativa. Muchos de los jugadores más veteranos estaban lesionados o no querían jugar», explica el islandés la acertada reorganización.
Nadie habría esperado antes de los Juegos de Verano que el más joven de todos los equipos olímpicos llegara a la sensacional final.
En el Mundial de enero, el equipo alemán, relativamente inexperto, podrá demostrar una vez más que la distancia que los separa de los mejores equipos se ha reducido y que su regularidad ha aumentado.
«Si todos seguimos evolucionando juntos como en los últimos seis meses, aún queda mucho potencial y entonces quizá haya algunas medallas más», declaró Dahmke.