Paderborn (Alemania), 27 oct (dpa) – El nuevo portero pesa casi 900 kilos, pero eso no le impide mover su escoba con agilidad. «Beppo» en realidad viene del sector de la producción de vehículos, pero ahora es una de las estrellas de una exposición sobre inteligencia artificial y robótica que presenta el museo Heinz Nixdorf Museumsforum (HNF) de Paderborn, en el oeste de Alemania.
La inteligencia artificial y los robots ya están presentes en muchos ámbitos del día a día. Han conquistado el cuarto de los niños como compañeros de juegos, apoyan a los especialistas en las salas de operaciones, son expertos en comunicación y servicios y son presentados como humanoides con rasgos humanos.
Los robots, orginalmente pensados para producción industrial, «prácticamente se han liberado de las jaulas», comenta Jochen Viehoff, gerente del museo, en el marco de la exposición «¡Hombre, robots!», una muestra que, en sus palabras, quiere hacer reflexionar sobre las posibilidades y los riesgos que implica este desarrollo.
Las salas del HNF, el mayor museo de computación del mundo según indican desde la institución, presentan robots de todos los tamaños y variantes. Por ejemplo, «Nadine» habla alemán, inglés y francés y a simple vista no parece ser una máquina. Si se le pregunta «¿qué sabes hacer?», ella responde: «Esa es una pregunta difícil».
Algunos ejemplares que provienen de todo el mundo fueron pensados para los más pequeños y para ayudarles a aprender. Por ejemplo «Dragonbot», un pequeño peluche cuyos movimientos y voz son procesados mediante un smartphone, aparentemente ayuda a mejorar el aprendizaje de idiomas de los niños.
La muestra también hace referencia a cuestiones éticas y morales, explica la curadora Doreen Hartmann, entre ellas la cuestión de cuáles son los límites de un robot como compañero «social».
Otro elemento interesante de la exposición es un complicado sistema que dibuja un retrato del visitante en base a una fotografía, mientras que otro ordenador aplica el reconocimiento facial para determinar el sexo y la edad de una persona, pero en esto último se equivoca bastante.
Hartmann destaca que nunca hay que fiarse en un cien por cien en los sistemas de la inteligencia artificial, pero, según el museo, es seguro que, en el futuro, determinarán en gran medida nuestra vida.
Por Yuriko Wahl, dpa