(EP) – El acuerdo de paz entre el Gobierno de República Centroafricana (RCA) y los principales grupos armados el 6 de febrero de 2019 trajo la esperanza al país de que la persistente violencia se convirtiera en algo del pasado. Dos años después, la paz sigue siendo aún una quimera que la ofensiva lanzada por varios grupos rebeldes el pasado diciembre parece haber alejado aún más.
Las elecciones presidenciales y parlamentarias del 27 de diciembre estaban llamadas a consolidar la democracia en el país pero han sido en realidad el detonante de una nueva crisis. El rechazo de la candidatura del expresidente François Bozizé caldeó los ánimos y culminó con la creación de la Coalición de Patriotas por el Cambio (CPC), una amalgama que aglutina a grupos que en su día empuñaron las armas los unos contra los otros, con antiguos Séléka y ‘antibalaka’.
Apenas una semana antes de la cita con las urnas, el CPC lanzó una ofensiva, con la vista puesta en Bangui y en hacer descarrillar el proceso electoral, que siguió adelante y culminó con una victoria del presidente, Faustin-Archange Touadéra. Su reelección ha sido validada por el Constitucional y rechazada por la oposición, que además se ha retirado de las parlamentarias.
Sin embargo, Touadéra ha recibido el firme apoyo de la comunidad internacional y, con respaldo de la Misión de la ONU en RCA (MINUSCA), así como de tropas ruandesas y de instructores rusos, ha conseguido hasta ahora mantener el tipo y evitar que los rebeldes se hicieran con el control de Bangui, tras el asalto ocurrido el pasado 13 de enero.
La CPC ha anunciado esta semana un alto el fuego unilateral, aunque ha dejado claro que atacará si es atacado, y mantiene el control sobre algunas ciudades del país. Su esfuerzo parece estar centrado sobre todo en asfixiar a Bangui, tras haber cortado la carretera principal que une la capital con el vecino Camerún, principal puerta de entrada de importaciones al país. Esto ha disparado los precios y generado algunos problemas de abastecimiento.
ÉXODO DE POBLACIÓN
El resultado de todo ello ha sido el éxodo de más de 200.000 centroafricanos, unos 100.000 de los cuales se encuentran desplazados dentro del país –llegaron a ser unos 226.000 pero algunos ya han conseguido regresar a sus casas– y más de 100.000 han buscado refugio en los países vecinos, principalmente en República Democrática del Congo (RDC) donde son más de 90.000.
«La situación humanitaria es complicada», reconoce a Europa Press el director de Oxfam en RCA, Ferrán Puig, que recuerda que ya antes de esta crisis en el país había 2,8 millones de personas necesitadas de asistencia (el 57 por ciento de la población), 630.000 centroafricanos refugiados y otros 630.000 desplazados dentro del país, y 2,3 millones en inseguridad alimentaria.
Afortunadamente, sin embargo, la población civil no ha sido el objetivo principal de la última ola de violencia, aunque sí que ha habido víctimas y también abusos de los Derechos Humanos y pese a que en realidad en general han sido más bien ataques por parte de los rebeldes y acciones de respuesta por parte de las fuerzas centroafricanas y sus apoyos, «no hace falta una guerra abierta para que la gente se desplace», incide el director de UNICEF en el país, Fran Equiza.
En RCA, el acceso a servicios básicos como la salud o la educación ya eran complicados y en muchas zonas del país son las ONG y las agencias humanitarias las que se encargan de ofrecerlos. Pero en el contexto actual de inseguridad, con carreteras cortadas, asaltos y controles, los trabajadores humanitarios lo han tenido más difícil en las últimas semanas.
No obstante, tanto Puig como Equiza coinciden en resaltar que en general los grupos armados dejan actuar a las organizaciones humanitarias y, salvo casos puntuales, si son objeto de algún tipo de ataque suele ser saqueos para robarles el material, principalmente vehículos y ordenadores. Al contrario que en otros contextos, aquí los trabajadores humanitarios no son objetivo directo, sino «víctimas colaterales», subraya el responsable de Oxfam.
IMPACTO EN LA POBLACIÓN Y LA ASISTENCIA
En todo caso, aunque ambas organizaciones se han esforzado por mantener su asistencia y sus programas operativos en estas semanas, la falta de acceso les ha afectado. «Ha tenido un impacto en la supervivencia de los niños», lamenta Equiza, dado que por ejemplo en algunas zonas no se pudo seguir suministrando medicamentos, «pero no se puede cuantificar».
El responsable de UNICEF llama la atención sobre las dificultades que se han encontrado para poder poner en marcha una campaña de vacunación contra la polio en un país donde la esperanza de los niños de llegar a los 5 años es una de las menores del mundo, donde solo el 26 por ciento de la población vive a pocos kilómetros de un centro de salud y donde la desnutrición crónica alcanza el 40 por ciento.
Además, explica Equiza a Europa Press, la ola de violencia y las elecciones han tenido un impacto en la educación, con escuelas atacadas en un sistema educativo ya de por sí frágil con pocos profesores cualificados y que en muchos casos depende de «padres maestros». RCA, resume, «es uno de los peores países del mundo para los niños».
Otra de las consecuencias de la situación actual, explica el responsable de Oxfam, es que la ayuda humanitaria se está encareciendo, ya que para hacerla llegar «se hace por vía aérea», lo que aumenta los costes en un contexto en el que los fondos son siempre limitados, y ello pese a que los donantes, destacan ambos, han venido siendo bastante generosos con el país.
Sin embargo, incide Puig, la petición de fondos se hace con la mirada puesta en cubrir «las necesidades más agudas de la población», centrándose en los más vulnerables de entre los que necesitan asistencia, por lo que cuando no se recibe el dinero que se solicita se está dejando a parte de estas personas sin la ayuda que requieren.
HAY QUE MANTENER EL APOYO
En este sentido, ambos confían en que los donantes, y la comunidad internacional en su conjunto, sigan con el foco puesto en RCA. El responsable de UNICEF pide no caer en el «fatalismo» ante este «bache» en el proceso que había iniciado el país y subraya que «no es el momento de abandonar ahora».
«Sería un error y abandonar a los niños, que son posiblemente unos de los más vulnerables en el mundo, sería un crimen», defiende. Hacerlo, subraya Equiza, «sería muy corto de vista y muy reprobable».
En cuanto a la posible evolución de la situación en el terreno, ambos coinciden en que seguramente se volverá a un estatus similar al que había antes, con los grupos armados controlando algunas zonas y con estallidos esporádicos de violencia. En todo caso, ven necesario que haya algún tipo de diálogo
«Si no hay diálogo de algún tipo con los que tienen las armas esto continuará», advierte Equiza, que sin embargo reconoce que en RCA los grupos armados «no están muy estructurados ni tienen una cadena de mando clara», lo que complicaría dicho proceso.
Por su parte, el responsable de Oxfam considera que el problema del acuerdo de paz que ahora ha quedado roto es que «no participó la sociedad civil ni hubo un proceso de reconciliación». Por ello, considera que debería haber un «diálogo nacional», similar al que ya hubo en 2015 en Bangui, en el que también esté presente la sociedad civil.
Además, Puig ve clave que al margen de que los donantes sigan apoyando la ayuda humanitaria –«sin dinero no podemos hacer nada»–, RCA reciba ayuda al desarrollo y para la reconstrucción porque «el problema de fondo es que nunca ha habido desarrollo» y si los jóvenes no tienen «posibilidades para sobrevivir se unirán a los grupos armados».