(dpa) – Normalmente, el niño va creciendo junto con su nombre. Pero, ¿y si esto no es así? Si otros niños se llaman Leo, Pablo y María, pero uno fue bautizado Nepomuk… ¿O si Paula prefiere que su nombre suene un poco más exótico?
Normalmente, los padres se rompieron la cabeza durante meses y se esforzaron mucho por encontrar el nombre adecuado para su hijo o hija. Por eso, les duele cuando el niño o niña un día les dice: «En realidad… ¡no me gusta mi nombre!» Pero, ¿cómo deberían reaccionar entonces?
Lo mejor es responder con una invitación al diálogo, por ejemplo: «¿Así que no te gusta más tu nombre? Cuéntanos por qué», recomienda la psicóloga Kathrin Mikan en la revista «Eltern family» en su edición de enero de 2022.
Porque es importante tomar con seriedad lo que dice el niño, explica. No se trata de banalidades, afirma, sino de una parte de su identidad.
Es importante encontrar la causa
En caso de que el niño sea víctima de bromas en la escuela o en el jardín de infancia, es necesario brindarle apoyo. Aquí resulta útil, por ejemplo, mantener una conversación con los educadores o pedagogos, para encontrar la verdadera razón del «mobbing», en lugar de buscar un nuevo nombre.
«Si un niño sufre ‘mobbing’, en general es raro que esto se produzca a causa de su nombre, sino que tiene mucho más que ver con que (el niño) se destaca de otra manera», indica Mikan.
Es distinto el caso, detalla, cuando el niño «solamente» quiere, con su nombre, pertenecer a un grupo determinado. La psicóloga señala que esta fase es pasajera. Y apunta que puede ser una solución buscar un apodo temporal con el cual todos estén contentos.
Peter Ernst, del Instituto Vienés de Germanística, afirma en «Eltern family» que, si la insatisfacción continúa, también se puede -en caso que se cuente con él- utilizar el segundo nombre.
Asimismo añade que hasta es posible modificar el orden de los nombres en el respectivo registro civil.