(dpa) – El mensaje de Mahoma, fundador de la religión musulmana, estaba destinado a cambiar el mundo, pero al principio muchos de sus oyentes en su ciudad natal, La Meca, solo se encogían de hombros al escucharlo. Las revelaciones divinas que el profeta proclamaba a principios del siglo VII no solo les sonaban poco convincentes, sino que parecían poner en duda la influencia de la ciudad como poderoso lugar de culto donde se adoraba a diferentes dioses.
Hace 1.400 años, Mahoma tomó una decisión que marcaría el comienzo de la era musulmana. En el año 622, emigró con unos 70 seguidores de La Meca a Medina, donde supuestamente había sido invitado como conciliador. Este éxodo se conoce como Hégira, que fue un punto de inflexión en la historia islámica temprana y también marcó el comienzo del calendario islámico. En Medina, el mensaje de Mahoma sobre un único Dios encontró más aceptación. Desde allí, comenzó su expansión durante las siguientes décadas.
Generaciones de historiadores se han preguntado por qué el islam pudo tener entonces tanto éxito. Un equipo de investigadores acaba de publicar en la revista Science un estudio de la Universidad de Basilea, Suiza. Según la publicación, las sequías debidas a cambios climáticos podrían haber desempeñado un papel importante en la creación de condiciones favorables para la difusión de las religiones monoteístas y, por lo tanto, también del islam.
Los científicos centraron sus estudios en el reino de Himyar, que fue durante más de 200 años el Estado dominante en el sur de Arabia y que ocupaba aproximadamente el actual territorio de Yemen. Entre otras cosas, los himyaritas contaban, según el estudio, con grandes sistemas de riego, que incluían presas y campos aterrazados. De este modo, practicaban con éxito la agricultura, que era la base de su bienestar económico y su poder.
Sin embargo, en el siglo VI d.C., el reino comenzó a decaer. El estudio sostiene que las sequías como consecuencia de cambios climáticos socavaron la capacidad de resistencia de la nación del sur de Arabia, y sus autores concluyen que la «disminución brusca y prolongada de las precipitaciones» puede haber sido un importante factor de estrés.
El ocaso de Himyar, a su vez, ha sido un elemento esencial de las transformaciones socioeconómicas, políticas, pero también religiosas, que han proporcionado el marco para la aparición del islam. «La población estaba muy necesitada debido al hambre y a la guerra», afirma Dominik Fleitmann, director del estudio. Estas condiciones, prosigue, crearon un terreo fértil donde pudo afirmarse el islam. La gente buscaba una nueva esperanza: «La nueva religión se las ofrecía», señala Fleitmann.
Para su estudio, los autores combinaron datos históricos con la evaluación de una estalagmita encontrada en Omán, en la costa oriental de la península arábiga, que proporciona información sobre las condiciones hidroclimáticas de «este periodo crítico». Así, llegan a la conclusión de que «las sequías más severas» se produjeron en la región en las tres primeras décadas del siglo VI, aproximadamente en el momento en que comenzó el declive del reino de Himyar.
Los autores no son los primeros estudiosos en considerar las condiciones climáticas de la época. «El hecho de que la fase fría del siglo VI fuera acompañada por la sequía en la península arábiga ha sido discutido como un factor en el estudio del islam temprano durante más de cien años», explica Lutz Berger, profesor de estudios islámicos en la Universidad de Kiel, en el norte de Alemania.
Los resultados del estudio no le sorprenden. Seún Berger, no cabe duda de que las sociedades de ecosistemas sensibles como los de la península arábiga se hayan visto especialmente afectadas por el estrés climático.
Sin embargo, no quiere sobrevalorar el estudio. «Por supuesto, habría sido más difícil para un profeta de La Meca unir la península bajo su égida si hubiera continuado el dominio de las regiones de Arabia del Sur», afirma. Sin embargo, tampoco se sabe si el éxito de Mahoma habría sido «completamente imposible» en este caso. Berger concluye: «Nada de lo expuesto en el estudio es falso, pero tampoco alcanza a explicar todo”, acota.
El éxito del mensaje islámico solo puede explicarse, en última instancia, por la interacción de muchos factores. Los grandes Imperios entonces dominantes, el romano y el persa sasánida, estaban agotados tras dos siglos de conflictos, sobre todo económicamente.
Cuando los ejércitos musulmanes salieron en campaña de la península y establecieron un gran imperio bajo los sucesores de Mahoma, las entonces superpotencias carecían de recursos para iniciar una nueva gran guerra. La lealtad de sus súbditos también estaba debilitada, escribe Berger en su libro sobre el origen del islam.
También explica el éxito militar de los ejércitos musulmanes, entre otras cosas, con una «motivación y organización superiores». Cuando los romanos se retiraron de Siria, los musulmanes no encontraron resistencia: «Los habitantes de las ciudades del interior abrieron sus puertas a los conquistadores y celebraron el restablecimiento de la paz y la seguridad», puntualiza el autor.
Por Jan Kuhlmann (dpa)