Aunque hay similitudes entre ambas, se trata de productos financieros distintos, con sus propias características y limitaciones.
La cuenta corriente es el instrumento bancario básico que todo cliente necesita para poder operar de forma habitual con su entidad bancaria. La cuenta de ahorro, sin embargo, es un instrumento complementario, diseñado para obtener un beneficio extra de los ahorros básicos de los que dispongamos, sin tener que renunciar a la disponibilidad de los mismos.
Existen varios tipos de cuentas remuneradas
Cuentas nómina con remuneración
La confusión respecto a lo que es realmente una cuenta de ahorro se ha debido que algunos bancos comenzaron a remunerar parte o la totalidad del saldo que sus clientes depositaban en su cuenta corriente habitual, siempre y cuando cumpliesen con ciertas condiciones.
Por regla general, se suele exigir uno o varios de estos requisitos:
-Domiciliación de nómina, pensión y ayuda social equivalente.
-Realización de ingresos periódicos provenientes de otra entidad.
-Mantener un saldo mínimo en cuenta por encima de cierto importe.
-Domiciliación de recibos habituales.
Utilización de la tarjeta de crédito un número mínimo de veces de forma trimestral o anual.
Este tipo de cuentas corrientes son plenamente operativas, en el sentido de que se puede realizar todo el conjunto de operaciones habituales, como la emisión de transferencias, la domiciliación de recibos o la vinculación de tarjetas de créditos.
Además del hecho de ser totalmente operativas, presentan la ventaja de que el tipo de interés al que remuneran los saldos depositados en ellas son más elevados que en el resto de los casos.
De hecho, hoy en día, algunas de estas cuentas ofrecen un tipo de interés superior al de la mayoría de los depósitos. Tal es el caso, por ejemplo, de la cuenta nómina del Bankinter, la cuenta 1/2/3 del Banco Santander o la cuenta Expansión Plus del Banco Sabadell.
Cuentas de ahorro tradicionales
Las cuentas de ahorro tradicionales, sin embargo, no disponen de una operatividad tan flexible. Es decir, no permiten la domiciliación de ningún tipo de cargo ni la realización de transferencias de forma habitual.
En su lugar, están concebidas como instrumentos de ahorro con plena liquidez. Esto significa que el titular puede ir haciendo depósitos en su cuenta a lo largo del tiempo y, cuando lo estime oportuno, solicitar el reintegro del dinero acumulado o la transferencia del mismo a su cuenta corriente de uso diario. Por regla general, dicha transferencia tendrá lugar de forma inmediata o en menos de 24 horas.
Además del hecho de remunerar el saldo depositado en ellas, otra de las ventajas de las cuentas de ahorro tradicionales es que suelen ser totalmente gratuitas. Carecen por tanto de cualquier comisión de mantenimiento.
La gran parte de las entidades bancarias ofrecen algún tipo de cuenta de ahorro, si bien actualmente, el tipo de interés al que se remunera es insignificante.
Diferencias entre las cuentas corrientes y las cuentas de ahorro tradicionales
Ya hemos explicado rápidamente algunas de sus diferencias. No obstante, vamos a proceder a desglosarlas para una mayor claridad.
Disponibilidad del saldo en cuenta y reintegro en efectivo
La disponibilidad del saldo que se tiene en una cuenta corriente es total e inmediata. Eso significa que podemos acudir a un cajero o a la ventanilla de nuestro banco, y proceder a realizar un reintegro de parte o la totalidad del dinero en efectivo.
En el caso de la cuenta de ahorro, es necesario proceder a emitir una transferencia desde dicha cuenta a nuestra propia cuenta corriente. Esto puede suponer una demora de hasta 24 horas.
Operativa mediante transferencia bancaria
Obviamente, la cuenta corriente permite la emisión de transferencias de forma inmediata y con cualquier destino; esto es, somos libres de ordenar una transferencia a cualquier cuenta, con independencia de la titularidad de la misma.
Tratándose de una cuenta de ahorro, lo habitual es que sólo se nos permita realizar transferencias a nuestra propia cuenta corriente.
Domiciliación de ingresos y recibos
Toda cuenta corriente de uso diario admite la domiciliación de la nómina, los recibos y cualesquiera otros ingresos o cargos.
No así las cuentas de ahorro, donde sólo se permite la recepción de los depósitos de dinero del propio titular o, en su caso, la recepción de transferencias o ingresos por parte de otras personas. Esto último es algo muy habitual en el caso de las cuentas de ahorro infantiles.
Diferencias entre las cuentas corrientes y las “cuentas nómina remuneradas”
En realidad, en este caso, estamos hablando exactamente del mismo producto financiero. Ambas son cuentas corrientes plenamente operativas y, por tanto, es posible realizar todas las operaciones habituales.
Las únicas diferencias que existen entre ambas son:
-Las condiciones establecidas por las “cuentas nómina”, para poder ser titular de las mismas y obtener sus beneficios.
-El hecho de que las cuentas nómina remuneradas gratifican con un tipo de interés los saldos depositados en ellas.
Conviene señalar que no todas las cuentas nómina remuneradas operan de la misma manera:
-Algunas remuneran todo el saldo desde el primer céntimo, como la cuenta nómina Bankinter.
-Algunas remuneran el saldo excedente a partir de determinado importe, como la cuenta nómina de EVO Bank.
-Algunas remuneran el saldo en distintas franjas y con distintos tipo de interés, como es el caso de la cuenta 1/2/3 del Banco Santander.
Por otra parte, las cuentas nómina no suelen tener ningún tipo de coste de mantenimiento, siempre y cuando se mantenga el cumplimiento de las condiciones establecidas. Por supuesto, hay excepciones como la mencionada cuenta 1/2/3 del Banco Santander, la cual si establece una comisión periódica de mantenimiento.