Belgrado/Berlín, 6 sep (dpa) – El número de refugiados asciende en la actualidad en el mundo a niveles que no se veían desde la Segunda Guerra Mundial, y se calcula que solamente en Alemania solicitarán asilo este año unas 800.000 personas, cuatro veces más que en 2014 y tantos como nunca antes.
La dramática situación que se vive en Siria es una de las principales causas. Cuando falta cada vez menos para que se cumpla el quinto aniversario del comienzo de la guerra civil, no hay ninguna salida visible al conflicto; en vez de ello la destrucción es cada vez mayor.
El gobierno bombardea a los civiles con bombas de barril y la milicia yihadista Estado Islámico (EI) ha instaurado un régimen de terror. «Cuando empezó la guerra, los refugiados querían volver cuanto antes a sus hogares», dice a dpa la portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) Karolin Eberle. Pero ahora han perdido la esperanza de regresar.
A ello se suma que la situación de los refugiados que están en los países vecinos a Siria es cada vez más difícil. Los sirios que están en Turquía denuncian malas condiciones de vida y la ausencia de perspectivas de futuro. Los niños, por ejemplo, no pueden ir a la escuela.
ACNUR y otras organizaciones reciben muy pocos fondos y, por tanto, no pueden dotar a los refugiados con lo imprescindible. En Líbano, donde los refugiados sirios son ya un quinto de la población total, tienen que luchar para sobrevivir día a día sin dinero.
Los refugiados están optando cada vez en mayor número por la llamada «ruta de los Balcanes» para tratar de llegar a Europa Occidental en vez de la peligrosa travesía en botes por el Mediterráneo. Eso ha puesto a Hungría en el centro del problema, país que desde 2007 forma parte del espacio Schengen de libre circulación de personas.
En junio de este, año varios Estados de la UE decidieron devolver a Hungría a 16.000 refugiados porque habían sido registrados allí y, tal como exige el acuerdo de Dublín III, debe procesar su pedido de asilo el país por el que entran en el bloque. Después de ello, Budapest comenzó a construir una valla fronteriza con Serbia de 175 kilómetros de largo para frenar la llegada de gente y anunció que no aceptará el retorno de los refugiados desde Occidente.
El hecho de que tantos sirios, iraquíes y afganos quieran quedarse en Alemania se debe a que tienen ya parientes o amigos en el país, señala Günter Burkhardt, de la organización germana Pro Asyl.
Según esta institución viven en Alemania ya 100.000 iraquíes, 150.000 sirios y 85.000 afganos. «Siempre se va adonde hay redes», señala Burkhardt.
En torno a un 40 por ciento de las solicitudes de asilo en Alemania proceden, sin embargo, de los Balcanes occidentales, sobre todo de albanokosovares y macedonios, dos países sumidos en una grave crisis política y económica.