Berlín, 19 dic (dpa) – Al inicio de «Palermo Palermo» el público contiene el aliento ante el muro que se alza en la parte delantera del escenario. Unos segundos después, se desploma para dar paso a una de las obras más famosas de la legendaria coreógrafa alemana Pina Bausch, que hoy tendrá su última representación en Berlín.
Durante cuatro días, el escenario del teatro Haus der Berliner Festpiele, en el oeste de la capital alemana, se llenó de grandes piedras que durante más de dos horas los bailarines tienen que sortear, convertidas en un protagonista más.
Bausch, fallecida en 2009 a los 68 años a causa de un cáncer de pulmón, no tenía la intención de hacer una obra política de manera explícita y su idea surgió en un momento en el que nadie se imaginaba que caería el Muro de Berlín al poco tiempo.
Sin embargo, la obra estrenada el 17 de diciembre de 1989, pocas semanas después de la caída del Muro de Berlín (9 de noviembre), en su teatro de Wuppertal, en el oeste de Alemania, hizo que los alemanes no pudieran evitar asociar las dos caídas del muro, una asociación que se mantiene aún hoy en día.
La pieza, una coproducción con el Teatro Biondo Stabile de Palermo, en Sicilia, se centra en ámbitos característicos de la sociedad italiana, pero llevados al absurdo con un toque tragicómico.
«La imagen que muestra es un poco antigua. Me ha recordado a la imagen que se tiene de la gente en el campo. No a Palermo», comenta al final de una de las representaciones Linda Nocera, nacida en dicha ciudad siciliana y residente en Berlín desde hace años.
Los bailarines, jóvenes y de edades más avanzadas, se mueven todo el tiempo sobre el escenario a través de las ruinas, descalzos o incluso con zapatos de tacón las mujeres, interpretando escenas en solitario, en pareja o en grupo. Junto con la música típica del sur de Italia se escucha también blues, jazz y sonidos africanos.
«Son todos míos. Me pertenecen. Este espagueti es mío. Éste también», declama la bailarina Nazareth Panadero mientras porta un puñado de espaguetis en su mano. Esta escena cómica se entrelaza con otras trágicas como la de otro de los bailarines que dispara su revólver sobre unos tomates en su papel de mafioso o corta trozos de su antebrazo y se los come después de calentarlos con una plancha de la ropa.
La fruta y la verdura cuentan también un papel importante en la obra de una de las pioneras de la danza moderna y creadora del famoso «danza-teatro».
La compañía creada por Pina Bausch en 1973 sigue siendo, siete años después de la muerte de su creadora, una de las más ovacionadas en el mundo. Y las representaciones en Berlín no fueron una excepción. El público puesto en pie les dio una calurosa ovación y dejó claro que Pina Bausch sigue viva.
«Está llena de vida, es colorida, salvaje, muy emocional y a la vez triste», explica sobre el éxito de Pina Bausch la berlinesa Larisa R., que no puede evitar su emoción tras la obra.
La gran pregunta ahora es si la llama se apagará con los años. «Se puede descuidar con el tiempo», reconoce Larisa R.
«Cuando las personas que bailaban con ella sean sustituidas por su edad con el tiempo, cuando sean todos nuevos puede ser que sea diferente», reflexiona por su parte Joao Cidade, bailarín y coreógrafo portugués, mientras aplaude al final de la obra en el patio de butacas.
«Espero que no se convierta en algo movido sólo por el dinero», declara. «Ha creado una cosa muy especial que va más allá de la danza. Son bailarines muy fieles al trabajo, que se entienden muy bien», agrega el joven de 26 años residente en Berlín.
Por Almudena de Cabo