(dpa) – Cuando dos personas se separan, una tercera llora. Al menos eso es lo que sucede en muchos hogares cuando los padres deciden seguir cada uno su camino. Por lo general las separaciones y los divorcios a los más pequeños les generan tristeza y frustración. ¿Hay forma de que el impacto no sea tan duro para ellos?
El primer paso es intentar tener una relación lo más «amena» posible con tu ex y darle a entender al niño que podrá seguir contando con los dos. Eso es muy importante para que el pequeño no sienta que quedará relegado.
Aunque cada uno siga su vida, es fundamental que los adultos intenten ser más o menos justos con el otro y logren un tono que al menos no sea desagradable. En caso contrario, los niños no sólo sufren la separación, sino que además se ven expuestos a una tensión constante.
Cada una de las partes podría proponerse seguir la máxima de «estar para el niño, no contra el ex». Eso marca una pauta cualitativa que hace una gran diferencia, incluso en cómo se siente el adulto en la nueva constelación.
Denigrar al ex delante del niño debiera ser un tabú, sobre todo para que el niño no se vea ante un conflicto de lealtad, explica la especialista en terapia familiar Ursula Kodjoe.
Para no quedar anclado en lo negativo, vale la pena pensar qué es lo que uno aún tiene en común con el ex. Puede que sea el amor hacia los hijos o el miedo a perderlos. Además, los dos deberían ser conscientes de que son importantes para el niño, cada uno de un modo distinto, y que por eso es tan importante que cuiden y cultiven el vínculo.