Berlín, 9 nov (dpa) – La renuncia de Wolfgang Niersbach como presidente de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) marca una revés repentino y dramático en una notable carrera que lo llevó desde el puesto de reportero de una agencia de noticias hasta la mayor federación nacional del mundo, con 6,9 millones de afiliados.
Niersbach, de 64 años, fue periodista de la agencia deportiva alemana Sport-Informations-Dienst (sid) antes de sumarse en 1988 a la DFB como director de medios y jefe de prensa de la Eurocopa que albergó Alemania ese año.
Posteriormente asumió la vicepresidencia del comité organizador del Mundial de Alemania 2006, encabezado por el legendario Franz Beckenbauer. En octubre de 2007 fue nombrado secretario general de la DFB y el 2 de marzo de 2012 fue designado presidente de la federación como sucesor de Theo Zwanziger.
Su nombre sonó entre los posibles candidatos a la presidencia de la FIFA o de la UEFA europea hasta que estalló el escándalo por un pago a la FIFA que fue vinculado con el proceso de adjudicación de la Copa del Mundo de 2006.
Semanas atrás, el ex presidente de la UEFA Lennart Johansson había elogiado al dirigente alemán como «muy exitoso con la DFB, quizás la asociación más importante en el mundo». Según palabras del sueco, Niersbach «sería un excelente presidente de la UEFA».
Pero la fiscalía alemana abrió expediente contra Niersbach, Zwanziger y contra el ex secretario general de la entidad Horst R. Schmidt por sospecha de fraude fiscal agravado. Las autoridades fiscales registraron los domicilios particulares de los tres dirigentes así como la sede de la DFB en Fráncfort.
Niersbach quedó en el punto de mira por su manejo de la presunta compra de votos para organizar el Mundial que sugirió semanas atrás en un largo artículo el semanario «Der Spiegel».
El dirigente llamó a una conferencia de prensa en la que en lugar de brindar respuestas suscitó más interrogantes sobre el dinero pagado a la FIFA en abril de 2005.
La DFB reaccionó encargando una investigación externa a un bufete de abogados, pero poco después salió a la luz un posible conflicto de intereses por los contactos privados de uno de sus principales socios con un colaborador cercano de Niersbach en el Rotary Club de Fráncfort.
Niersbach dijo que asumía hoy las «consecuencias políticas» del escándalo, pero insistió que no tenía conocimiento de los entretelones del pago a la FIFA.
Por Sebastian Stiekel (dpa)