(dpa) – ¡Debe ser tan bonita una Navidad en Estocolmo!: el cálido ‘glögg’ -vino caliente- con almendras y pasas, el rico pan de jengibre -a menudo hecho a mano-, abetos, muérdago y figuras de paja por todas partes. Y, por supuesto, suecos muy relajados a los que el ajetreo prenavideño no los altera. Pero, ¿es realmente así?
El Adviento en los países nórdicos es sobre todo una cosa: oscuridad. El sol sale poco después de las ocho de la mañana, para volver a desaparecer hacia las tres de la tarde. Pero solo en un buen día puede verse el sol. Si no, simplemente clarea algo detrás de las nubes y vuelve a oscurecer poco después de comer al mediodía.
Cuando nieva, es algo más agradable. Entonces al menos hay menos oscuridad gracias a los árboles blancos y la nieve en el suelo. Sin embargo, lo más frecuente es que en diciembre haga frío y humedad, alternando lluvia y nieve.
Alces iluminados
Sin embargo, el ambiente navideño en Estocolmo no se ve afectado y hay mucho que hacer: visitar los mercadillos navideños, maravillarse por la iluminación. Además, el 13 de diciembre se celebra Santa Lucía, que conmemora el solsticio de invierno.
Hasta que los días vuelvan a ser más largos, la ciudad se ilumina por todo lo alto, como por ejemplo en la estación central de ferrocarril, las calles del centro histórico y el Palacio Real; las lucecitas brillan por todas partes.
En el parque Berzelii, frente al Kungliga Dramatiska Teatern, el teatro nacional de la céntrica plaza Nybroplan, hasta una manada de alces de acero de tamaño natural luce brillantemente iluminada. No hace falta decir que hay abetos por todas partes.
Detrás del teatro, en diagonal, se encuentran los Establos Reales, que abren sus puertas el primer fin de semana de Adviento. Aquí se celebra uno de los mercadillos navideños más populares, aunque la entrada cuesta 100 coronas suecas, algo menos de 10 euros (10,95 dólares).
A cambio, los visitantes no solo reciben comida tradicional sueca, sin la cual la Navidad sencillamente no es Navidad en el norte, sino que también se ofrecen salchichas ahumadas, varios tipos de pescado, pan crujiente, pan de jengibre y otras delicias.
Los artesanos también exponen aquí sus productos: desde muñequeras de punto hasta gorros y chaquetas de fieltro, hay de todo para abrigarse en el frío invierno sueco. También hay adornos para árboles y, por supuesto, gnomos de fieltro, lana, cristal y cerámica.
Coches de época y carruajes reales
Hasta aquí, todo típicamente navideño. Pero lo más especial es la oportunidad de echar un vistazo a los caballos reales. Además, se puede hablar con el personal sobre estos nobles animales. También están abiertos los garajes, donde no solo se exponen los coches de época de la familia real, sino también los carruajes reales.
Gamla Stan, el casco antiguo de Estocolmo, con sus numerosas calles sinuosas y empedradas, también tiene un ambiente acogedor antes de Navidad. Los escaparates de las pequeñas tiendas están decorados, las cafeterías ofrecen dulces creaciones de cacao y café, así como ‘glögg’ en muchas variantes.
En la plaza central, frente a la Bolsa y el Museo del Premio Nobel, los puestos de madera roja forman el mercadillo Stortorgets Julmarknad. Aquí también aguardan gnomos, salchichas y vino caliente, además de un superlativo.
Los comerciantes montan sus puestos cada noviembre desde 1837. Esto convierte a Stortorgets Julmarknad en el mercado navideño más antiguo de Suecia. Sus orígenes históricos se remontan a los mercados medievales de Estocolmo.
Delicias culinarias, ‘glögg’ caliente y los omnipresentes gnomos -como era de esperar- también dan la bienvenida a los visitantes del mercado navideño de Skansen. Pero hay mucho más que ver allí, y no solo durante la época de Adviento: renos, alces y lobos, por ejemplo.
Skansen es el museo al aire libre más grande y antiguo del mundo, inaugurado en 1903 en la isla de Djurgården, una de las 14 en las que se extiende la capital sueca. Durante todo el año, ofrece una impresión de cómo debía ser la vida tradicional en Suecia hace más de 100 años.
Curiosa costumbre en nombre de la democracia
Una costumbre popular que se practica en el mercado navideño de Skansen durante los cuatro fines de semana de Adviento se llama «Julklapp 100 kr»: se pueden comprar regalos ya envueltos por un precio estándar de 100 coronas, para niños o adultos.
«Nadie sabe lo que hay en los paquetes», dice el vendedor Ludvig Bodén Granberg, vestido con la ropa tradicional de su región natal, en el norte de Suecia.
Así que los clientes se colocan delante del puesto y pesan y agitan cuidadosamente los paquetes para hacerse al menos una idea de lo que puede haber dentro. «En casi todos los casos, el valor es muy superior al precio que cobramos», afirma Granberg.
El fundador de Skansen, el empresario sueco Artur Hazelius, tuvo una idea democrática detrás de esta costumbre: todo el mundo debería poder comprar un regalo ya envuelto por un precio moderado.
Sin embargo, las delicias que Katarina Curman ofrece en sencillas latas de conserva son más caras que los regalos de Julklapp: en la etiqueta azul se lee «Pepperkakor», y se trata de las típicas galletas de jenjibre.
Pan de jenjibre según una receta secreta
En verano, Curman y su hermana pasan dos meses en la cocina horneando las galletas. «Solo se puede hornear pan de jengibre de verdad cuando hace calor, de lo contrario se rompe», explica.
La receta se ha transmitido en la familia durante muchos años. «Sobre todo, la cantidad de las especias típicas es un secreto muy bien guardado», añade.
Galletas, gnomos, adornos para el árbol de Navidad, muérdago, vino caliente, galletas amarillas de azafrán y, sobre todo, cero de preocupaciones por aglomeraciones de público.
El periodo prenavideño en Estocolmo está lleno de sorpresas y, al contrario del estrés que se suele sentir a finales de año, es relajado.
(Encontrará más información sobre la época navideña y los mercados de Navidad en Suecia en la página web Visit Sweden).
Por Verena Wolff (dpa)