Dentro de los placeres de la vida, nada mejor quede vez en cuando uno prepare un buen entrecot argentino a la parrilla. Esta delicia, que luego se degustará, según la ocasión con diferentes personas debe ser acompañada con música ad-hoc. Van aquí entonces las diferentes sugerencias por ALosBifes
1. Para un asado de noche, en el campo: “Harvest”, de Neil Young.
Escuchar estas profundas pero simples canciones de Neil Young es como calentarse las manos frente a las brasas en una noche fresca. Entonces, hacer las dos cosas al mismo tiempo puede resultar el colmo de lo reconfortante. Como el músico canadiense, la situación tiene que ser despojada y más bien solitaria: en el medio del monte, una parrilla medio improvisada junto a la camioneta con “Harvest” (1972) sonando en el Smartphone; una pieza de entrecot sin sutilezas y una caja con seis botellas de un buen vino tinto de Rioja. “Heart Of Gold”, “Alabama” y “The Needle And The Damage Done” son las canciones que, de ahí en más, siempre nos van a recordar esa noche bajo estrellas.
2. Asado con ex compañeros de la ESO: “Yesterday And Today”, de The Beatles.
El asado como contexto para la reunión de egresados de colegio de, digamos, alguna clase anterior a 1970. En la previa, junto al fuego, los participantes se ponen al día con sus historias personales. La banda de sonido naturalmente debe servir al clima nostálgico. Pero sin pasarse de obvia. Y ahí es cuando un compilado de los Beatles como “Yesterday And Today” (1966) es ideal: alterna esas que sabemos todos (“Day Tripper”, “Drive My Car”, “Yesterday”) con otras que no tanto (“Act Naturally”, “And Your Bird Can Sing”). Una elección de entendidos que, a la vez, no deja afuera ni al más sordo. Y con una trivia parrillera para lucirse en la sobremesa: la tapa original de este disco era una foto de los cuatro de Liverpool con delantales blancos, cortes de entrecot y muñecas decapitadas, conocida por los coleccionistas como “La tapa de los carniceros”. Tal fue la controversia generada que rápidamente se la retiró del mercado y se la reemplazó por otra imagen más inocente y bastante menos… ¿cruda?
3. Asado con leña de quebracho: “40 años”, de Los Carabajal.
Asado, entrecot de lomo alto y tortilla. No queda otra, la parrilla más criolla necesita algo de música autóctona Argentina. Y acá, el melómano anglo y eurocentrista se encuentra en un brete: ¿cómo evitar tanto el neofolklore edulcorado, hoy en auge, como algunas de sus versiones más interesantes, pero un poco antifestivas? La respuesta es “40 años”, el CD grabado en el teatro Opera con el que el clan de Los Carabajal celebró cuatro décadas de sentida música. Ni tonto ni experimental, folklore argentino auténtico, bien tocado, enérgico y con sustancia.
4. Asado de domingo al mediodía, en familia: “Cualquiera puede cantar”, de Los Auténticos Decadentes.
Quince comensales en una larga mesa bajo el sol consumirán hasta decir basta o caer desmayados en la apacible siesta invernal. El catering parrillero, de generosas proporciones, fue provisto por un tío que tiene un cuñado con un socio que pidió carne online a www.alosbifes.es y que le envió unas piezas de Genuino Entrecot Argentino. La ensalada mixta la prepararon las chicas y la torta de almendras la trajo la tía. En el equipo de audio pasa media docena de veces, de punta a punta, “Cualquiera puede cantar” (1997), el disco que dejó en claro que Los Auténticos Decadentes eran cosa seria en Argentina, aunque no pararan de reírse. Canciones no tan populares como “Luna radiante” y “Una gota de rocío” gratificaban el fino trabajo que la banda (particularmente del compositor Jorge Serrano) hacía a partir del universo grasa. Y lograron expresar en términos artísticos el a veces despreciado “ser argento”. Ahí están “Los piratas” y “El gran señor”. Pero, atención con los discos de esta banda: detrás de los hitazos, siempre esconden varias perlas poco conocidas y muy indicadas para un asado en familia, festivo, sin pretensiones y con esa calidad de la carne argentina, que a veces quisiéramos esconder detrás de un cacho de Corlok. ¡Un aplauso para el compositor!
5. BBQ en el penthouse: “Sympathique”, de Pink Martini.
La vista desde el ático es increíble. Entrecot de Lomo Alto de A los Bifes, zanahoria baby y panceta. Mientras elegimos entre las ocho variedades de dips para el pan, nos parece reconocer la música de fondo. ¿Dónde la escuchamos antes? ¿En que restaurante? ¿En que programa de TV? ¿En el ascensor de un shopping? Probablemente en los tres lugares: se trata de “Sympatique” (1997), el disco que impuso a los norteamericanos Pink Martini como musicalizadores oficiales para cualquier encuentro trendy y/o snob bien entendido. Un cóctel sonoro internacional, amable, simpático (obvio), lounge, elegante, para quienes disfrutan del finger food pero no de ensuciarse las manos.
6. Parrilla de vegetales para cuatro emos: “Meat Is Murder”, de The Smiths.
“¿Quién escucha llorar a los animales? ¡Comer carne es asesino!”, proclamaba (valga la traducción libre) Morrissey, al frente de The Smiths, a mediados de los ochenta. De un plumazo, la hipersensible banda de Manchester convertía a no pocos seguidores al vegetarianismo. Por eso y por lo bien que suenan sus épicas canciones, “Meat Is Murder” debería ambientar todo asado… sin carne. O antiasado: patatas, batatas, choclos, berenjenas, zapallitos, zanahorias y hongos shiitake grillados al ritmo de “That Joke Isn’t Funny Anymore” y “How Soon Is Now”. El asado sin bichos que caminan puede tener onda; los militantes del vegetarianismo también.
7. Carne argentina para expatriados: “Todo Raúl González Tuñón”, de Cuarteto Cedrón.
Grabado en París, a principios de los ochenta, este es un disco definido por el exilio. Se trata de poemas del gran Raúl González Tuñón, tan enamorado de Montparnasse, musicalizados por el cuarteto de Juan Tata Cedrón, tanguero de larga residencia en la Ciudad Luz. Ideal para una tertulia criolla en Europa (con la carne que se pueda conseguir, pero con vino francés) todo el disco es imprescindible. Pero el track “La cerveza del pescador de Schiltigheim”, en particular, es la más romántica pintura del argentino aventurero y nómada con mil historias. Y encima incluye una referencia al asado. A qué hombre o mujer de las Pampas anclado en París no se le caerá una lagrima al escuchar: “Para que un día nos queden unos cuantos recuerdos: decir, estuve en tal pasión, en tal recodo. Estuve, por ejemplo, en la feria de Aubervilliers una mañana, con un trozo de entrecot asado, una amistad tranquila, la mesa clara, el perro, el buen hablar y afuera, las verduleras de París chapoteando con los zuecos en la nieve.”
8. Asado de chicas: “Bla Bla Bla”, Sol Pereyra.
Esta cordobesa, integrante también de Los Cocineros, tiene todo para ser Julieta Venegas , hasta el hecho de que justamente integra la banda de gira de la popularísima mexicana. Pero no se lo digan porque seguramente odiará la comparación. Su debut solista (2009) es una colección de canciones confesionales (particularmente de mujeres abandonadas), con buenas dosis de instrumentos acústicos, secuencias programadas, humor y una verborragia admitida desde el título: “Bla Bla Bla”. Con más difusión masiva, debería convertirse en un nuevo clásico del cancionero femenino nacional. Imparable, por caso, a la hora de un asado de chicas: los temas de Pereyra les pueden dar más letra que una temporada entera de Sex & The City. “Chicas, ya tienen el disco… ¡ahora les falta la asadora!”, diría un misógino.
9. Menú con guarnición: “Catch A Fire”, Bob Marley and The Wailers.
Aunque la dieta rasta suele ser más bien vegetariana, el reggae funciona hasta para ambientar un asado a miles de kilómetros de Kingston. Prueben, si no, arrancar el fuego con, justamente, “Catch A Fire” (1973), seminal disco que con “Concrete Jungle”, “Stir It Up” y “No More Trouble” presentó a Robert Nesta, Peter Tosh y amigos al mundo. Existe la posibilidad de que la previa se extienda más de lo normal y que, por un rato, nadie quiera tocar un chorizo. Pero seguramente más tarde, como por arte de magia, los comensales no dejarán nada en la parrilla. A no preocuparse, todo tiene que ver con lo mismo que está haciendo el gran Bob en la misma portada de este disco. Dato curioso que alguno recordará: una primera tirada de este LP venía con otro arte de tapa, en forma de encendedor Zippo.
10. Gracias por el fuego: “Birth Of The Cool”, Miles Davis.
Tu quinta mujer, una arquitecta belga, te dice que este fin de semana está con ganas de comer entrecot asado a la parrilla. Sin más, ingresan a alosbifes.es y piden unas cuantas piezas de Entrecot Argentino, levantan velocidad con el coche y en un rato están en la finca rústica . Improvisás algo con el mix de tres tipos de leña que te preparan siempre según tus precisas instrucciones, unas cajas de hierro, el trozo de entrecot , papines y romero de tu finca. Lo que suena, una y otra vez, es este sigilosamente revolucionario disco de Miles Davis, de 1957. Te lo trajo, en edición deluxe, uno de tus hijos la última vez que vino a visitarte desde Copenhage, donde comanda un exitoso estudio de diseño industrial. Bueh… probablemente éste no sea tu caso, pero mientras tirás un entrecot en tu parrilla de hierro, con este disco de Miles Davis de fondo, podrás sentirte como una persona verdaderamente cool.