Berlín (dpa) – ¿Fotos en un sitio donde cientos de personas fueron abatidas a tiros? «Tal vez suene raro, pero en el siglo XXI está bien hacer ‘selfies'», opina un joven húngaro. «Yo no diría que es una falta de respeto», concuerda su amiga.
Los dos turistas se encuentran en la East Side Gallery de Berlín, el mayor tramo de Muro que se conserva desde su caída hace 30 años.
Teléfonos inteligentes, barras telescópicas para «selfies», cámaras hasta donde alcanza la vista. La East Side Gallery, la mayor galería de arte al aire libre del mundo y gran atracción turística para los que visitan Alemania y su capital, recibe millones de turistas al año.
Al caer el Muro en la primavera boreal de 1990, 118 artistas de 21 países decoraron su antiguo lado oriental con pinturas relacionadas con los cambios políticos que se habían generado.
De este modo, la emblemática construcción a lo largo de la ribera del río Spree adquirió un nuevo significado.
Antes de viajar a Berlín, los dos turistas húngaros se habían informado exhaustivamente y durante su estancia visitaron otros lugares históricos, como el memorial y centro de documentación del Muro de Berlín en la calle Bernauer Strasse. Para ellos, las fotos con teléfonos móviles son parte del viaje.
¿Pero qué hay de aquéllos que no conocen la ciudad y su historia? Una joven de Fráncfort posa junto a un grafiti de la East Side Gallery frente a la cámara del teléfono celular de su amiga: «En realidad, estamos buscando un lugar para comer», dice la joven de 29 años.
¿East Side Gallery? No saben qué es. Para ellas, el colorido muro simplemente ofrecía un fondo adecuado para sus fotos. «¡Es muy bonito!». ¿Para qué hacen las fotos? «Quizás las subamos a Instagram».
En Internet hay muchos usuarios que expresan su desagrado acerca de los turistas supuestamente desinformados.
«Todas esas personas posando para las fotos no permiten ver el Muro», se queja, por ejemplo, un usuario del portal de reseñas de viajes «Tripadvisor»: «La mayoría de los turistas no están al tanto de la historia, y sólo toman fotos por diversión sin ser conscientes del lugar donde se encuentran».
Axel Klausmeier, director de la Fundación Muro de Berlín y responsable de la conservación del monumento, está convencido de que, sin las obras de arte, el tramo de muro probablemente ya habría sido derribado.
«El mensaje principal es claro. Se trata de la asimilación artística y de la superación pacífica y jubilosa del muro». Klausmeier aclara que, sin embargo, no hay que olvidar que en la época de la República Democrática Alemana mucha gente perdió aquí la vida en su intento de fuga.
A Klausmeier no le molestan los turistas con sus barras telescópicas sacándose fotos en el Muro sin conocer la historia. Mucho más le fastidian los fenómenos marginales: «Todo lo que el turismo de masas trae consigo, los trileros que intentan estafar a los turistas, por ejemplo, eso sí que no me gusta».
Este historiador del arte de 54 años también tiene una visión crítica de los puestos de venta en el Muro. «Creo que le restan al lugar su importancia y lo convierten en una especie de feria».
La Fundación del Muro de Berlín está buscando actualmente respuestas más modernas para revalorizar la atracción turística. «No hace falta mencionar que la situación actual es cualquier cosa menos digna de una galería».
El director de la fundación explica que en el futuro se ofrecerán a los turistas visitas guiadas, aplicaciones para móvil e información sobre las obras de arte; además de mejorar la oferta, se aumentará la distancia al muro mediante la instalación de una especie de barandilla y se ampliará considerablemente el camino peatonal.
Klausmeier añadió que, más allá de las cuestiones estructurales, se está pensando en rediseñar el futuro de la East Side Gallery junto con los artistas que plasmaron sus obras de arte en el Muro.
Uno de ellos fue Jim Avignon. El artista berlinés todavía recuerda bien aquellos primeros meses después de la apertura de los cruces fronterizos.
«Era muy diferente, todos estos edificios que se ven aquí, antes no existían. Aún circulaban los ‘Trabant’ (el coche fabricado y utilizado en la Alemania Oriental), que pasaban de un lado al otro durante todo el día. El aire era increíblemente malo. Después de un día pintando sin cesar, el ataque de asma por la noche era prácticamente inevitable», recuerda frente a su obra.
Avignon está convencido de que la mayoría de los turistas cree que el Muro ha tenido siempre el mismo aspecto. «En tiempos de la RDA, nadie se hubiera atrevido a acercarse a él y pintarlo, ya que con ello arriesgaba su vida». El artista opina que una especie de Museo de la East Side Gallery sería la mejor opción para informar mejor a los turistas.
Los «selfies» no molestan a Avignon: «Es normal que los turistas se informen acerca de las atracciones turísticas de las ciudades que visitan y las recorran una tras otra. Hacerse fotos delante de ellas es parte del mundo en que vivimos». El artista considera que es bueno que «el muro como tal siga existiendo y al menos fomente la reflexión y la discusión».
Dos parejas de turistas del sur de Alemania comparten la opinión del berlinés. Ellos mismos fueron testigos de los acontecimientos de aquella época y consideran que el Muro es de gran importancia como lugar de conmemoración.
¿Y qué opinan del hecho de que algunos turistas sólo visitan el lugar para tomarse fotos? No importa, asevera Ute Zeile: «Si los jóvenes sólo vienen aquí a ver el arte, que lo hagan. Al mismo tiempo aprenden un poco del pasado y así son conscientes de que antes solía haber aquí un muro que dividía la ciudad».
Por Arne Bänsch (dpa)