(dpa) – Mucha gente ya está familiarizada con el uso compartido de coches («carsharing») y bicicletas («bikesharing»): basta con registrarse en el proveedor para luego poder utilizar coches o bicicletas que están a disposición en estaciones o distribuidos por toda la ciudad.
«Primero, los usuarios firman un contrato con el proveedor y acreditan su permiso de conducir. Después, pueden reservar los vehículos las 24 horas del día», explica Martin Kagerbauer, experto en transporte del Instituto de Tecnología de la ciudad alemana de Karlsruhe (KIT).
Sin embargo, hay otras modalidades para compartir coche que permiten seleccionar la que más se adapte a las propias necesidades o rutina diaria.
Una de ellas es la así llamada «ridesharing», término que, traducido literalmente, significa compartir un viaje. Se entiende como el habitual trayecto compartido o coche compartido por particulares. «En este caso, el trayecto tendría lugar de todos modos, como en el servicio clásico de viaje compartido», explica Kagerbauer.
Los gastos de viaje suelen compartirse o compensarse. Como el transporte compartido ofrece plazas libres en coches particulares, también funciona en lugares donde escasean los servicios de autobús y tren. El caso más común es el de los compañeros trabajo que comparten un vehículo para ir y volver del trabajo.
El «ridesharing» no tiene un trasfondo comercial como tal: según Kagerbauer, es uno de los «sistemas no comerciales de viajes compartidos». Su principal objetivo es repartir los costes entre varias personas y, de este modo, hacer más asequible la movilidad.
Sin embargo, los objetivos ecológicos también pueden desempeñar un papel, ya que se agrupan los viajes y se ahorran emisiones. Desde un punto de vista social, se trata de «un objetivo deseable», afirma el experto en transporte y movilidad Martin Randelhoff.
Proveedores: originalmente, antes solo existían viajes compartidos basados en acuerdos verbales, por ejemplo entre conocidos o compañeros de trabajo. Hoy en día, sin embargo, hay plataformas de internet y apps que conectan a las personas para formar viajes compartidos y garantizan una mayor eficiencia.
Según Kagerbauer, a menudo se cobran tasas por estos servicios, dependiendo del proveedor. BlaBlacar o clickApoint son dos de las muchas opciones de movilidad compartida.
«Ridehailing», por otro lado, es una alternativa que consiste en llamar a un vehículo con la intención de efectuar un viaje. Estos servicios también se denominan servicios de transporte. Los pedidos se aceptan a través de sitios web o aplicaciones. Como el «ridehailing» es un sistema comercial, también es conocido como «rideselling», explica Martin Kagerbauer.
La característica básica es: «El vehículo solo lo utiliza la persona o personas que lo han solicitado conjuntamente», explica Christina Warta, del Departamento de Movilidad de la ciudad de Múnich. El pasajero que paga determina el destino del viaje.
Las tarifas de los viajes suelen calcularse en función del tiempo o la distancia. En el caso del «ridehailing», el punto de partida y el de destino están directamente relacionados. Los servicios suelen poder pagarse directamente en la aplicación. También es habitual el seguimiento en tiempo real del trayecto en el smartphone.
Sin embargo, se podría objetar que el «ridehailing» solo añade más vehículos de uso individual a las calles, a menudo ya congestionadas, y que estos posiblemente son utilizados por personas que de otro modo habrían tomado el tranvía, el metro, el tren de cercanías o el autobús. Un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) confirma esta suposición, al menos para las diez mayores regiones metropolitanas de Estados Unidos.
Como el servicio de transporte en coche lleva al usuario directamente del punto de partida al de destino, «no fomenta un comportamiento de movilidad intermodal», objeta Kagerbauer. Sin embargo, Uber, por ejemplo, ofrece conexiones de transporte público como alternativa en su aplicación desde el verano de 2022.
El taxi clásico, que se detiene al borde de la calle en respuesta a una señal con la mano, no es considerado como una opción de «ridehailing». «Desde un punto de vista legal, los taxis son transporte público y están obligados a transportar pasajeros; el ‘ridehailing’, no», explica Kagerbauer.
Uno de los proveedores más conocidos de «ridehailing» es Uber. Este proveedor trabaja con empresas autorizadas de alquiler de coches y taxis cuyos conductores tienen una licencia de transporte de pasajeros. Bolt es otra empresa que opera en 45 países y es un intermediario basado en el mismo principio. También se pueden reservar taxis o coches de alquiler con conductor a través de la aplicación Freenow. El proveedor estadounidense Lyft es muy conocido, pero solo opera en Norteamérica.
En el caso de la modalidad «ridepooling», los trayectos se agrupan. En lugar de transportar pasajeros individualmente, se combinan trayectos similares.
«El ‘ridepooling’ es esencialmente una modernización del transporte que responde a la demanda, como el autobús a demanda, que ofrece un servicio flexible en términos de tiempo y espacio y tiene su origen en las zonas rurales», explica Kagerbauer. Otro precursor histórico es el taxi compartido.
Sin embargo, los servicios modernos de «ridepooling» funcionan con el apoyo de un algoritmo y suelen requerir apps para utilizarlos: «Todo se realiza a través del móvil», señala Kagerbauer.
Normalmente, solo se recorre una parte de la ruta con otras personas. No hay rutas fijas ni horarios para el «ridepooling». Por el camino, la gente se baja o se sube, de forma similar a los autobuses y trenes del transporte público local.
A pesar de los frecuentes rodeos, afirma, el sistema permite ahorrar kilómetros. Además, prosigue, se recurre a conductores profesionales, por lo que algunos ven el «ridepooling» como una mezcla de transporte público y taxi: «Mientras se cumpla la función de transporte, el ‘ridepooling’ es un servicio de transporte intermodal», opina Kagerbauer.
Entre los proveedores que operan en Alemania se encuentra Clevershuttle, que coopera con empresas de transporte local bajo diversas etiquetas. La empresa, sin embargo, acaba de declararse insolvente después de que el propietario mayoritario retirara la financiación.
En la ciudad de Múnich, por ejemplo, opera la empresa «Isartiger», mientras que Moia, presente en Hannover y Hamburgo, prestará servicio en el futuro también en paradas de autobús seleccionadas de las afueras de la ciudad. En el este de Berlín, el proveedor Muva ofrece servicios de transporte desde 2022.
Por Stefan Weissenborn (dpa)